Ventana abierta
Para recordar: “Tenía Moisés 120 años de edad cuando murió. Sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor” (Deuteronomio 34:8).
Para el año 2010, por la Alcaldía Mayor de Bogotá, Cárdenas, Martha, presentó un trabajo titulado: “proyecto 496 años dorados: Vejez con dignidad”. Citó el concepto, dado por la Organización Mundial de la Salud, sobre Envejecimiento Activo y mencionó el compromiso de Colombia ante el mundo, sobre Envejecimiento y Vejez (Madrid 2002), que resumimos así: 1) La oportunidad de recuperar un tiempo para sí mismo… 2) Uso del tiempo libre 3) Redescubrir la amistad (nuevos y antiguos amigos. 4) Trabajar en un interés común. (Localizar en internet por: “Años dorados”.
Los años dorados: Pude ser un producto comercial; tal vez una época en el mundo económico para algunos países; representan las bodas de oro de los matrimonios y para otros, cincuenta años, llega a ser la edad dorada. Pero, la edad no se detiene.
El salmista David mencionó: “Los días de nuestra edad son setenta años, y si en los más robustos son ochenta” (Salmo 90:10). Por ello, hoy mencionaremos tres hijos de nuestra ciudad, que sobrepasan los 90 años y son:
Don Sandalio Betancourt Álvarez, venezolano, llanero de pura sepa, estuvo felizmente casado con doña Amalia Felicita Tovar († 1999). Tiene años radicado en nuestra ciudad y fue una gran alegría, recibir un mensaje de texto de nuestra tía política, la odontólogo Cruz Betancourt de González, cuando nos recordó que su padre, don Sandalio, estaba cumpliendo 108 años ¡Que bendición! ¡Que dicha! Está “súper” lúcido, también es una “biblioteca andante o vivencial”. Él y la familia directa, allegados y amigos agradecen a Dios por la vida que la dado, al lado de sus hijos: Daniel Armando (†), Corina, Cruz, Joaquín, Tania y Carlos ¡Que Dios le de muchos años más de vida!
Reina Carrillo Carrillo, tiene 92 años y ha sido destacada educadora, quien nació en el estado Lara, el 14 marzo 1920. Hija de Manuel Carrillo y Micaela de Carrillo. Su familia, algo acaudalada, le permitió vivir en lo que es hoy el palacio de gobierno. Se graduó de normalista en el Colegio Inmaculada Concepción. Su primer trabajo lo realizó en la Escuela Mateo Lizcano, Quíbor y luego fue trasladada a la Escuela Federal Leopoldo Torres. De allí fue becada por Ministerio de Educación para estudiar en el Pedagógico de Caracas. Encontró trabajo como coordinadora de reeducación de menores en diferentes institutos, tanto de Caracas como de nuestro estado Lara. Pertenece al círculo de lectores de Barquisimeto y hace unos años, nos obsequió su publicación: “Crónica de un quehacer Educativo”. Hoy, disfruta de su vida al lado su hijas: Paz de las Mercedes, Marisabel, Reinita y Barbarita, todas educadoras y varias de ellas, directoras de institutos educativos. Especialmente Barbarita, le sacó la “vena musical” a su tío, hermano de la maestra Reina, Antonio Carrillo (†) ¿Quién no ha escuchado el Vals “Como llora una estrella”, del cual es su autor?
Claudio Miguel González. El es mi padre (casi como lo dice Bettsimar Díaz, sobre su padre Simón Díaz, el gran cantautor venezolana); larense y es padre de María, Miguel Ángel, Hernán Rafael, Claudio Miguel, y cumplió 92 años el 30 de Octubre al lado de familiares y amigos. Disfruta de salud, bienestar, lucidez, gracias al Señor. Excelente padre y comerciante, estuvo casado con mi madre biológica, quien fuera educadora, Thirsa Elena († 1967); luego se casó, por unos 32 años, con mi otra mamá Trinidad Pérez (†2011) y fue destacada telefonista de la compañía Cantv. La fortaleza de Claudio, al igual que nuestros homenajeados de hoy, reconoce la ayuda de Dios en su vida; lo cual le ha permitido saborear alegrías o soportar sinsabores.
Seguramente, hay numerosos hogares que tienen padres longevos, sanos y otros no tan sanos, ¡Que Dios les bendiga a todos! Pero, eso nos recuerda el caso de Moisés, cuando se dijo que murió con su vista perfecta y sin “perder el vigor”. Aunque murió, Dios lo resucitó (ver Judas 9); ahora está en el cielo, junto a Jesús, Enoc, Elías, y otros resucitados y eso nos dice: que si morimos, o si estamos vivos cuando Cristo regrese, si es voluntad de Dios, nos encontraremos con ellos y nuestros familiares que hoy descansan el sueño de la muerte.
Eduardo Iván González González
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