Pacientes de Traumatología reclaman falta de insumos y servicios. Decidieron salir, abandonar las camas, pese al dolor. En oportunidades, la indignación es más fuerte que cualquier síntoma que pueda padecer el cuerpo. También los familiares se despojaron de las esperanzas y se unieron a una protesta pacífica.
Una vez más, en el Hospital Central Universitario Antonio María Pineda, los pacientes decidieron reclamar. Les sobra malestar y les falta atención, insumos, pero sobre todo consideración.
No están por capricho, es más una necesidad. Son los enfermos de Traumatología quienes, cansados de esperar una respuesta a una situación la cual se prolonga sin remedio alguno, decidieron expresar su inconformidad ante lo que llaman la inoperatividad en el Hospital Central Universitario Antonio María Pineda.
Pacientes y humanos
Alfonso Leal levantó la mano y con voz aguda dijo: “periodistas aquí por favor, aquí”. Más que un llamado era una súplica. Inmediatamente, explicó lo que ocurría.
“Estamos en el segundo piso en la parte de Cirugía, aunque somos pacientes de Traumatología. Voy para dos meses hospitalizado, pero acá no hay los recursos para atendernos. Inyectadoras, gazas, guantes… todo lo tenemos que comprar. Es injusto”, dice Alfonso Leal.
La lista “no hay” es larga: “No tenemos insumos, tampoco quirófanos, anestesia y agua. Incluso nos dijeron que no había sangre. Somos 200 pacientes en esta situación. A mí se me acabaron los recursos económicos. Lo que expresan es que hay tres quirófanos, pero es para emergencias. Nos prometen que para el 15 de diciembre habilitarán más pabellones, pero luego se contradicen y expresan que para enero. No sé cuándo vamos a salir de acá, consiguen que la gente se vaya aún sin solución médica”.
José Mendoza es el padre de un joven de 17 años, quien tiene más de un mes hospitalizado. La historia se repite. Le manifiestan que no hay insumos y que por ello no pueden intervenirlo quirúrgicamente.
“Tiene una abertura en la barriga y también en el fémur. No lo han limpiado, está infectado. El urólogo no lo ha ido a ver y sangra por la orina. Yo estoy preocupado”, dijo.
Sin esperanzas
Yadira Mendoza tiene a su hermano Rafael hospitalizado desde hace 47 días. Observa el caso de los demás y queda sin esperanzas.
“Lo tienen que operar, está a la espera. Los porteros nos agreden, se creen los dueños del hospital y, mientras tanto, nosotros no sabemos a quién acudir en medio de tanta desidia”, expresó Yadira Mendoza.
“Ya no tenemos más dinero. Yo he gastado 10 mil bolívares”.
El hijo de William Rodríguez tiene dos meses en la misma situación. Se reventó el fémur y, desde entonces, la vida de toda la familia se complicó.
“Nosotros apreciamos a los médicos. Son muy buenos, pero ellos nos dicen que esto se escapa de sus manos. A mi hijo no lo operan por falta de anestesia”.
Hilder Rojas vive en su carne el dolor y el viarucis de lo que es estar enfermo. “Tengo más de 80 días esperando la operación de mi fémur ”, dice mientras se sujeta con las muletas.
“Mi hijo me dijo que pedirá limosna porque no tenemos dinero para pagar todo lo que nos piden. No hay sinceridad cuando nos hablan”.
Ana de Guanipa se une a las quejas y agrega, “a mi esposo se le quebraron las dos piernas. Tiene 47 días así, ni las pesas le han colocado. Hoy lo iban a meter a pabellón y lo devolvieron por falta de anestesia. Él ya no aguanta el dolor”.
Diariamente compran una medicina que cuesta 50 bolívares. Piden ser escuchados y atendidos.
“Estar enfermos no debe ser un crimen en este país”.
Fotos: Dedwison Álvarez