#Opinión: Migración de candidatos Por: Juan Páez Ávila

La migración de candidatos del gobierno para algunos estados en los cuales no están inscritos en el Registro Electoral Permanente (REP) no sólo es una violación de la Constitución Nacional y de la Ley respectiva, sino también una decisión política que revela que el PSUV no tiene líderes en la regiones que puedan enfrentar a los candidatos de la MUD escogidos elecciones primarias.
El Presidente de la República ha tenido que escoger con su dedo de gran elector a varios de sus colaboradores más incondicionales, para tratar de frenar en avance de los candidatos de la Mesa de la Unidad democrática, dirigentes arraigados en el sentimiento y conciencia de los ciudadanos que votan en las regiones.
En la práctica lo que ha hecho Hugo Chávez es reconocer el fracaso de la mayoría de sus representantes en los Estados del país y enviar un grupo de comisarios políticos, atropellando la legislación venezolana, en un acto ventajista para pasarle factura a sus anteriores funcionarios que se dedicaron a aprovechar la oportunidad de manejar a discreción un presupuesto que les envía el propio Chávez, al margen del situado constitucional, para enriquecerse sin realizar alguna obra importante en beneficio de la población.
Esos verdaderos invasores que ha enviado el Presidente de la República para que intenten derrotar a los líderes regionales de la Alternativa Democrática y facilitar la eliminación de gobernaciones y alcaldías, violando nuevamente la Constitución Bolivariana que ya no le sirve a sus planes de autócrata militarista, también fracasarán, porque sólo obtendrán los votos que les pueda transferir el jefe del gobierno.
Si alrededor de los candidatos de la oposición se preserva la Unidad Democrática de todos los factores que constituyen la MUD, lo más factible es que un buen número de gobernaciones, sobre todo de aquellos Estados más poblados y de mayor conciencia libertaria, las gane la Alternativa Democrática, y Hugo Chávez a través de sus candidatos impuestos, reciba una contundente derrota.
Si la oposición sigue el ejemplo de Henrique Capriles Radonski, que después de la derrota electoral, al otro día se levantó con ánimo de continuar la lucha y triunfar en todas las contiendas electorales por venir, el futuro de Venezuela será el de un país democrático y civilizado.
Es tiempo de cancelar las quejas que produce toda derrota, y particularmente abandonar las especulaciones de fraude sin haber obtenido prueba alguna, suministrada por algún técnico que haya tenido acceso a los escrutinios electrónicos, que sólo sirven para levantar sospechas sobre los representantes de los partidos de oposición y de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ante el CNE. Es tiempo de asumir con coraje y decisión la participación en las elecciones para gobernadores, superando las fallas que se hayan podido cometer en las del 7 de Octubre. Es tiempo de denunciar con firmeza y perseverancia a los candidatos enviados por el autócrata de Miraflores, para tratar de facilitar la eliminación de gobernaciones y alcaldías. Es tiempo de defender la descentralización como la mejor y más efectiva forma de gobierno, tanto en los Estados administrados por militantes de la MUD, como lo sucedido en otros países de América Latina y del mundo, en los que progresos sociales y económicos son evidentes.
Es fundamental que el Grupo de Apoyo a los gobernadores, que coordina Antonio Ledezma, reitere las banderas de la Unidad, se reúna con los Comandos Regionales, la Mesa de la Unidad, empresarios, trabajadores, estudiantes, gremios profesionales y representantes de las iglesias, con la finalidad de impulsar una conjunción de fuerzas que se incorporen a defender la democracia, la propiedad privada, el pluralismo y la libertad de expresión del pensamiento por todos medios de comunicación social del país. Hay que ponerle un valladar de votos al avance de la autocracia y del militarismo, para evitar que nos impongan una tiranía a la cubana, a la soviética, que hasta según sus propios creadores, fue y ha sido un rotundo fracaso, un mayor atraso para las naciones y los pueblos que buscan progresar en libertad y en un auténtico Estado de Derecho.