Al cumplirse un año de la muerte del máximo jefe de las Farc, alias “Alfonso Cano”, abatido por el Ejército el 4 de noviembre de 2011, la puerta de un proceso de paz para el país se abre con el acercamiento entre grupo guerrillero y el gobierno del presidente Juan Manuel Santos después de 50 años de conflicto armado.
Guillermo León Sáenz, verdadera identidad de “Cano”, cayó en un bombardeo de las fuerzas de seguridad colombianas en el departamento de Cauca, hecho considerado por el gobierno como el “golpe más contundente” dado a esa guerrilla en su historia.
En ese momento el país desconocía los acercamientos que ya se estaban tejiendo entre las Farc y el gobierno de Santos, negociaciones que continuaron pese al incremento de las operaciones militares contra los principales cabecillas de esa guerrilla y los continuos ataques del grupo contra la población civil.
“Cano” había asumido la jefatura de la guerrilla más antigua del continente en 2008 tras la muerte del septuagenario fundador y máximo comandante del grupo Pedro Antonio Marín, alias “Tirofijo”, y cuando Santos se posesionó como presidente en agosto de 2010 le mostró su interés de iniciar un proceso que diera fin al conflicto colombiano.
Sin embargo, al cumplirse 15 meses del llamado de “Cano”, el jefe de Estado tuvo que tomar “la difícil decisión” de darle muerte a quien le estaba pidiendo un proceso de paz, como él mismo reveló en septiembre pasado, pocos días después de informarle al país que su gobierno iniciaría un diálogo formal con la guerrilla.
“Cano” había asumido la jefatura de la guerrilla más antigua del continente en 2008 tras la muerte del septuagenario fundador y máximo comandante del grupo Pedro Antonio Marín, alias “Tirofijo”.
Tras la muerte de “Cano”, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) nombraron como nuevo comandante a Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, un médico cardiólogo de 53 años reconocido en las filas del grupo ilegal por su carácter militar y guerrero.
Los acercamientos no se suspendieron y en febrero de este año comenzaron las reuniones secretas en Cuba con representantes del gobierno. Las FARC anunciaron en ese mes que liberarían a los últimos diez miembros de la fuerza pública que tenían como rehenes y que no volverían a secuestrar a civiles con fines económicos.
La promesa se cumplió pocos días después con la entrega de una decena de militares y policías que permanecieron cerca de 13 años en poder del grupo guerrilleros y que para muchos eran considerados “fichas estratégicas” para ejercer presión contra el gobierno.
El grupo guerrillero intentaba dar muestras de su compromiso con la paz y en agosto pasado los acercamientos secretos finalizaron con la firma de un acuerdo marco que establecía la instalación de una mesa formal de negociaciones para una salida política al conflicto.
Se estableció por las partes que el diálogo contaría con los gobiernos de Cuba y Noruega como garantes, mientras que los de Chile y Venezuela serían “acompañantes”. El proceso de paz se inició el 18 de octubre en Oslo, Noruega, para trasladarse en los próximos días a La Habana.
Pese a que las Farc han planteado un cese de hostilidades durante las conversaciones, Santos ha descartado esa posibilidad argumentando que las Fuerzas Armadas solamente cesarán su ofensiva cuando se logre la desmovilización del grupo guerrillero, es decir, al final de este cuarto intento por lograr la paz.
El mandatario ha resaltado incluso que la ofensiva militar seguirá “sin contemplaciones” en contra de los grupos armados ilegales, incluyendo las Farc, guerrilla que según el Ministerio de Defensa ha perdido a 50 de sus jefes de columna en lo que va corrido de 2012 gracias a la acción de la fuerzas de seguridad.
Con la esperanza de que se logre el objetivo esquivo por décadas en el país sudamericano, políticos, analistas y ciudadanos apoyan la iniciativa y se muestran confiados en que las condiciones que hoy acercan nuevamente a las partes son las más propicias para darle fin a una guerra interna que se ha cobrado millones de vidas.