Desde sus inicios, Internet, con todo el potencial que se proyectaba podía desplegar, impensable para muchos, ofreció la posibilidad a algunos filósofos para lucubrar en torno a la teoría de dos mundos posibles. Por esa vía, hipotéticamente, cada quien que construyera su propia realidad virtual se acercaba cada vez en grado sumo al anhelo mítico de conocer el Más Allá: un mundo diferente al real.
En medio de las críticas que se formularon, se consideraba que tal realidad virtual no dejaba de ser una “broma metafísica” de mal gusto o un juego de palabras semejante a un oxímoron. Equivalente a algo así como una “humedad seca” o “un círculo cuadrado”. Así lo afirmó, por ejemplo, Juan Nuño, quien en eso de llamar las cosas por su nombre no hacía concesiones. Enfáticamente sostuvo que aludir a la realidad virtual, era una forma hipócrita y complaciente de decir que lo que no es, lo potencial, puede llegar a ser real, sin dejar de ser potencial.
Las tecnologías de información y conocimiento van generando espacios cada vez mayores en la web para que emerjan las denominadas redes sociales en todos los ámbitos, habidos y por haber y con finalidades diferentes.
La comunidad virtual en lo específico electoral que se constituye como plataforma tecnológica en medio de una campaña para organizar el apoyo a un candidato, encontró en los comicios presidenciales estadounidenses un referente importante desde la campaña por las primarias, en el 2007, y después en el 2008, lo representa el uso que Barack Obama ha sabido dar a este tipo de tecnologías. Actualmente, dada la estrecha diferencia registrada por las encuestadoras (Reuters y el Instituto de Investigación Ipsos le atribuyen el apoyo de 47% de los electores, mientras que a Romney le asignan un 45%. Gallup, indica que ambos cuentan con el 48% de votos, pero que los indecisos favorecen al aspirante republicano con un 5%), especialistas en el tema plantean que allí reside el arma secreta de Obama para revertir tal situación.
La reciente experiencia electoral venezolana mostró un despliegue importante en ese sentido. No puede obviarse el hecho de que somos un país donde se registran niveles importantes de actividad en Internet. Las estadísticas gubernamentales revelan que 41% de la población mayor de 15 años es usuaria de la gran red, lo cual equivale a unos 12 millones de usuarios. De ese total, Com Score, firma experta en mediciones del mundo digital, afirma que los registrados en Facebook alcanzan 86.9%. Igualmente, que para el primer semestre de 2012, Venezuela ocupaba el quinto lugar, en el mundo, en penetración de Twitter, con 21% de los internautas afiliados a la red del pajarito azul, siendo los cuatro primeros: Holanda, Japón, Brasil e indonesia.
Faltando una semana para las elecciones del pasado 7 de octubre, según José Gregorio Aldana, de la firma ClickEfectivo.com, los sondeos de opinión en el “mundo electoral virtual”, alrededor de la pregunta, por ejemplo, de: ¿Quién gana las elecciones 2.0 en Youtube?, mostraban que el ganador era Henrique Capriles con 2.509.534 reproducciones en su canal de Youtube contra 234.536 reproducciones del otro candidato.Asimismo, en el caso de: ¿Quien gana las elecciones 2.0 en Facebook?, en esta red el ganador fue Henrique Capriles con 567.090 Me Gusta y 276.449 personas hablando de él en este momento, contra 5.021 Me Gusta del otro candidato (Chávez). De igual manera, la pregunta ¿Quien gana las elecciones 2.0 en Twitter? arrojaría los siguientes resultados: Chávez con sus tweets llega a 87.609 cuentas de twitter, mientras que Capriles llega 445.681 cuentas. La gente lo retuitea, le contesta, le pregunta, llega a miles y miles de personas más que el otro candidato. La conclusión que mostraba el informe en cuestión presentado por el especialista en redes electorales era contundente: Capriles en las redes sociales, en internet, en el 2.0 ganó y sobrao!
Luego de los resultados electorales, la nube 2.0 que se formó con los twitter de las redes sociales de los opositores, condensó mensajes de ira y frustración. Recordé lo dicho por la científica británica, estudiosa de la fisiología del cerebro y profesora de la Universidad de Oxford, Susan Greenfield, en noviembre de 2011: “Las redes sociales disminuyen la capacidad del ser humano de compartir sentimientos con otras personas y de comprender las consecuencias de su propia actividad en el mundo real; la persona deja de darse cuenta de las consecuencias que pueden tener sus actos en el mundo real y como consecuencia pierde la capacidad de interpretar correctamente el mundo circundante”.
