Definitivamente las consecuencias de una economía tan cambiante como la que hoy en día se muestra en Venezuela, genera que los precios de diversos productos sean casi inaccesibles para la mayoría de los ciudadanos.
No sólo en el ámbito de la canasta básica y alimentaria, también en el sector de la salud, tanto las medicinas como los insumos médicos y herramientas como las andaderas, camas clínicas, colchones anti escaras y bastones cuestan literalmente un “ojo de la cara”.
Y es que enfermarse en nuestro país es prácticamente un lujo que muy pocos tienen la posibilidad de costearse si no tienen a su alcance un seguro con amplia cobertura.
En un recorrido por los diferentes centros de surtido médico – quirúrgico, el equipo reporteril de EL IMPULSO pudo conocer los precios de elementos fundamentales que no pueden faltar dentro de una casa al momento de mantener a un paciente en delicado estado de salud, con poca movilidad para trasladarse de un lugar a otro.
Lo básico que una familia debe tener para evitar complicaciones del paciente es un colchón antiescaras, que se consigue fácilmente en los centros de surtido en las cercanías del Hospital Central Antonio María Pineda. Uno de los más comerciales son los inflables, que cuentan con un sistema de células de aire que disminuyen la presión que se generan en la zonas de apoyo del paciente al momento de permanecer mucho tiempo acostado.
Oscilan entre los 990 bolívares fuertes, sin embago, en diferentes tiendas, se ha implementado un sistema de alquiler de instrumentos hospitalarios para facilitar el acceso de estas herramientas al público en general.
Dichos alquileres se cancelan de forma mensual y varían entre 150 y 300 bolívares dependiendo del implemento que se desee rentar.
Así mismo en esta modalidad se encuentran las camas clínicas, cuyo costo en el mercado puede llegar a los 12 mil bolívares fuertes, mientras las sillas de ruedas, muletas y andaderas abarcan costos desde 90 a 150 bolívares.
La inventiva venezolana se pone de manifiesto una vez más, a fin de mantener sus negocios y brindar a la colectividad más necesitada la posibilidad de utilizar implementos que de otra forma sería imposible de adquirir. Se trata sólo con un alquiler que en muchos países pudiera considerarse innecesario porque el Estado se encarga de dotar al ciudadano.
Fotos: Daniel Arrieta