El Consejo Nacional Electoral está haciendo un gran esfuerzo para desmotivar a la oposición venezolana. De todo corazón lo que andan buscando es que las personas simplemente se rindan y no vayan a votar. Desde hace varios meses juega a ser una institución “confiable” pero su evidente inclinación por el color rojo se nota a simple vista.
Durante la campaña presidencial el CNE puso cara de “yo no fui” y se hizo coloquialmente el “paisa” ante los abusos del Comando Carabobo. Los rojos usaron las instituciones públicas para promover el voto y el CNE no le paró ni medio. Los medios de comunicación social estuvieron básicamente a merced del PSUV y el CNE ni se dio cuenta de ello. Y los recursos del Estado movilizaron a miles de electores rojos y las autoridades electorales ni se dignaron a reaccionar al respecto.
Aun sabiendo estas cochinadas, los electores salieron a votar y apoyaron a Henrique Capriles. Lamentablemente el resultado no fue el esperado pero vaya que dimos la pelea.
Si bien en la campaña presidencial el esfuerzo del CNE para desmovilizar a la oposición fue notorio, ahora en la campaña de las gobernaciones su esfuerzo y convicción se ha multiplicado. Los ilustres rectores realizaron 108 migraciones ilegales en el Registro Electoral las cuales beneficiaron a los candidatos a gobernación del PSUV y luego cambiaron la cara de Hugo Cabezas en el tarjetón por la de Rangel Silva, cuando ya los lapsos para realizar esas modificaciones estaban cerrados. Estos hechos son simplemente groseros y descarados, pero además resaltan una vez más su verdadero objetivo: generar abstención en la oposición.
El CNE resultará victorioso si en efecto los electores de oposición bajan la cabeza, se deprimen y dejan de votar.
Nótese que nunca es cuestionado el sistema de votación como tal. ¡Ojo con eso! Para mí el sistema per se es confiable pero los individuos que conforman el poder electoral no. Sé que al leer estas líneas eso puede causar hasta risa, pero en realidad son dos cosas bien diferentes.
La única arma que tenemos los ciudadanos es el voto, no hay otra. Venezuela no es el primer país cuyos electorales se encuentran polarizados y cuyas instituciones públicas favorecen abiertamente a un partido político. Nicaragua en la manos de Violeta Chamorro es un claro ejemplo de que aun teniendo decenas de adversidades políticas, el resultado de las elecciones pueden favorecer a la mayoría.
Está en nuestras manos la decisión de dejarnos o no afectar por las aberraciones del Consejo Nacional Electoral. Ciertamente las intenciones son injustas y hacen que la campaña se desarrolle en un ambiente más hostil, pero si de verdad queremos hacer vida en este país tenemos que cambiarlo desde adentro. Y para ello no podemos ceder más espacios. Cada voto cuenta y cada voto hará la diferencia.
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