De la parroquia Aguedo Felipe Alvarado, del municipio Iribarren, se puede decir mucho en materia vecinal sólo que desdichadamente todo corresponde a una desfavorable realidad que mantiene en la pobreza a sus habitantes. Los sectores populares que la integran, presentan miserias de principio a fin.
Bobare, la capital de esa jurisdicción, es una tierra olvidada por las principales autoridades, una situación que trae grandes consecuencias a los humildes moradores, a las nuevas generaciones, cansadas de ver tanto deterioro en el entorno, a pesar de las críticas constructivas de sus padres.
Espacios dedicados a la recreación y deportes, están en pleno abandono, desmanteladas, desatendidas. Los habitantes exhortan a una inspección general del pueblo que permita consolidar ideas positivas o proyectos a favor de la población, con el firme propósito de mejorar, aunque fuese en algo, la calidad de vida de las personas.
Una cruz a cuestas
En el barrio La Cruz, de la parroquia Aguedo Felipe Alvarado, las calles están en graves condiciones. Se forma una laguna cada vez que llueve, como expresó la vecina Dilia Adán, a propósito de las inundaciones en las vías producto de los aguaceros. Se trata de una situación común en la zona.
Explicó que hace falta culminar el puente de la avenida principal, donde atraviesa el mayor caudal de aguas de lluvias, de lo contrario, los residentes seguirán sufriendo con las precipitaciones y es que no hay forma de pasar de un lado a otro, sin ser arrastrado por la creciente.
“Aquí hay que tragarse los problemas, no tenemos con quién desahogarnos. Nos gustaría que mejorara la vialidad, está realmente arruinada: los huecos se ven por todas partes. Los consejos comunales no hacen lo necesario para obtener solución o quizás no les prestan atención”, dijo la vecina.
Cabe resaltar que, en el caso del puente del sector, tienen diez años en una supuesta ejecución que sólo representa problemas a la comunidad, además de hablar muy mal de la gestión que realizan en las zonas más apartadas de la ciudad crepuscular.
Desposeídos
Por otro lado, en la barriada La Guadalupe, las necesidades de los habitantes están a flor de piel. A simple vista se notan las carencias de una población vecinal desamparada por los gobernantes, al menos, en los servicios públicos y/o básicos, indispensables para el “buen vivir” que incluso utiliza el Gobierno como autopromoción.
En este sector, la señora de la tercera edad, Rafaela Bonilla Oropeza, por ejemplo, espera desde hace varios años por la beca-ayuda que le ofrecieron desde el Instituto Nacional de Servicios Sociales (INAS). En su sencilla vivienda, construida con bahareque y láminas de zinc, lucha por salir adelante.
La sabia dama de la comunidad, todavía conserva en su rostro la esperanza de que algún organismo le suministre el sustento económico para la supervivencia, compras de medicinas y suplementos de alimentación, necesarios en la etapa de la vida que vive.
La Guadalupe guarda en su interior gente sencilla, como el testimonio anterior, por esa razón sigue en la búsqueda de buenas y valiosas oportunidades que traigan tranquilidad a los fundadores y demás residentes del vecindario con calles de tierra y cujíes por doquier.
“Hay mucho dengue”
También en el sector La Guadalupe hay quejas por la falta de saneamiento de las quebradas y del poco mantenimiento que reciben los alrededores de los bucos, donde la maleza abunda en detrimento de los vecinos residenciados en esos ámbitos. Explican que los zancudos “patas blancas”, transmisores del dengue, proliferan y atentan contra la salud de las personas. Varios de los vecinos, por desdicha, han presentado dengue (entre niños y adultos) alarmando a la comunidad.
De acuerdo a las vecinas Aura y Érika Cordero, en reiteradas oportunidades, han solicitado la atención de la Empresa Municipal de Infraestructura y Conservación del Ambiente (Emica) al igual que al Instituto Municipal del Aseo Urbano de Barquisimeto (Imaubar) pero no reciben respuestas satisfactorias.
“Varios vecinos están enfermos de dengue; es conveniente que las autoridades manden a limpiar la maleza porque ahí están los criaderos de los zancudos patas blancas. El hecho de que tampoco tengamos cloacas contribuye al ambiente insalubre y a la propagación de varias enfermedades”, sostuvo Aura Cordero.
Corpoelec con tarea pendiente
En la mayoría de comunidades de Bobare, no existe alumbrado público ni conexiones legalmente establecidas para los diferentes domicilios. La luz es robada, como dicen en las barriadas, debido a la falta de atención por parte de la ahora Corporación de Eléctrica Nacional (Corpoelec).
La Democracia, es una de las comunidades que pasa las noches en absoluta tinieblas. Los postes de electricidad son improvisados y traen cables desde la avenida principal y, al mismo tiempo, comparten la energía con cada una de las casas. Los medidores de la luz artificial, fueron puestos sin organización alguna.
Los vecinos expresan que ocurren frecuentes cortocircuitos debido a esta situación que sólo la oficina regional de Corpoelec y organismos del Estado están en la capacidad de resolver.
Las familias corren riesgos, en medio de los cables de alta tensión, colgando sobre las láminas de zinc de los techos y ventanas.
En este sentido, solicitan una inspección en los sectores afectados.
Fotos: Luis Salazar