La Cascada del Vino, en el pueblo de Barbacoas, municipio Morán, atrae a residentes y foráneos, por la impresionante caída de agua que se asemeja al vino tinto y es tan helada como la de un refrigerador.
Es una de las bondades que ha tenido la naturaleza con nuestra región, admirada incluso fuera de la frontera, gracias al hermoso paisaje que ofrece y de las buenas anécdotas surgidas desde las montañas.
Se encuentra a una hora con 45 minutos de Barquisimeto y sólo llegan hasta el parque recreacional vehículos rústicos. El personal de Inparques dispuesto para la atención de los usuarios y conservación del ambiente, ofrece guías para las excursiones.
Además de la cascada, están las áreas verdes donde las personas colocan sus carpas para pasar el día o noche, al lado de los animales del campo, como el ganado que permanentemente se encuentra junto al agua y los pastizales.
Como buena noticia, recientemente fue reparado el paso que conduce a la Cascada del Vino, cerrado desde hace varios años, como consecuencia de la falta de mantenimiento. Inparques celebra junto a los fieles visitantes del parque recreacional la apertura a las instalaciones naturales.
Antes sólo motos podían llegar hasta el pozo y esa situación, de cierta forma, había apartado un poco a los turistas. Por fortuna, cambió la suerte para el destino turístico que, de entrada, agrada a la vista a cuantos tienen la dicha de visitar el lugar.
Estabilidad
Los habitantes de Barbacoas, exponen que la reparación del paso hacia la Cascada del Vino, trae beneficios para los pequeños artesanos del pueblo, quienes aprovechando la visita de los turistas se dedican a ofrecer sus creaciones hechas a base de arcilla, entre otros materiales.
Pedro Torres, vecino, es uno de ellos, quien sufrió con la pérdida de ingresos desde que disminuyó la afluencia hacia el pozo de vino tinto. “Perdí mucha mercancía; otra tuve que venderla fuera del pueblo. Gracias a Dios repararon la vía y pronto regresarán las grandes visitas de las familias”, dijo.
Fotos: Luis Salazar