El resultado de las elecciones pasadas tiene una gran importancia porque deja claro que el poder del Estado, cuando se usa y desusa en forma abusiva difícilmente pierde y tiene un gran significado, porque a la luz de la comunidad internacional más de 8.000.000 de votos lo legitiman.
Ante semejantes resultados, de nada valen los elementos de la democracia, recogidos en el Art 3 de la Carta Democrática, como son: el respeto a los derechos humanos plenamente violentados a la Juez Affiuni y a los comisarios, según declaraciones del ex magistrado Aponte Aponte; de unas libertades fundamentales reconocidas en la constitución pero inexistentes a la hora de ejércerlas y una separación de los poderes negada por la Presidente del Tribunal Supremo de Justicia. En resumen el gobierno se consolidó pero su legitimidad de ejercicio sigue cuestionada.
Pero además de su importancia y significado este resultado tiene sus repercusiones: la reelección del tte Coronel Hugo Chávez Frías ha llevado a las cancillerías a hacer un alto a los fines de evaluar el futuro inmediato de sus relaciones con Venezuela, considerando antecedentes como la Denuncia del G3, CAN, CIDH y CIADI y de las nuevas propuestas para la integración como el Alba, Petrocaribe, Petro Sur y Petroamerica, todas ellas financiadas con los recursos petroleros venezolanos.
La forma heterodoxa del ingreso de Venezuela al Mercosur llevó al Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil Antonio Patriota a reconocer ante su parlamento que existe un “problema jurídico que entraña el rechazo del Congreso paraguayo al nuevo socio” y que el mismo por ahora no tiene solución cuando agrega: «No encontramos la forma de resolverlo», ha generado un dilema no solo en lo jurídico y político sino un problema por el temperamento del Presidente Chávez reflejado en la expulsión esta semana del Encargado de Negocios del Paraguay.
Las últimas actuaciones de la cancillería venezolana son producto de lo irreflexivo de nuestra política exterior y le crean un problema muy complicado al MERCOSUR que obligara a reescribir una nueva teoría de las relaciones diplomáticas y de la integración, para explicar como un país es miembro de un bloque pero no lleva relaciones diplomáticas con uno de sus integrantes así como tampoco tiene relaciones con otros países con los cuales ese bloque mantiene alianzas estratégicas como es el caso de Israel. Quizás el Vicepresidente Canciller tenga una explicación.