En noviembre arribará a 65 años de fundada la Escuela Nacional Cabudare, pero igual de antiguo son sus problemas, pues FEDE olvidó que esa institución escolar existe en el municipio Palavecino.
Sus instalaciones deterioradas dan fe del abandono gubernamental, aunado a la gigante estructura inconclusa, iniciada en el primer año de gestión del entonces gobernador Luis Reyes Reyes, en donde se demolieron varios salones de clases y la cancha deportiva, para levantar un moderno módulo de dos plantas.
Hoy las cabillas oxidadas, a medio tapar con láminas de zinc, que representan un peligro inminente para los escolares, hacen reflexionar a padres y representantes, así como a maestros y profesores el contenido de nuestra carta magna: Educación en condiciones óptimas para que exista competitividad y desarrollo integral.
Condiciones inhóspitas
A juicio de Miguel Medina, representante de la institución educativa y miembro del consejo comunal Los Rastrojos, parte baja, la escuela tiene diez años esperando las conduermas del Gobierno nacional.
-Los niños deben estudiar en las peores condiciones, hacinados en salones compartidos toda vez que en el primer mandato de Luis Reyes Reyes, demolieron los salones y la cancha deportiva para construir una escuela modelo, pero eso se quedó en papel, al tiempo que los niños ahora deben sortear numerosos peligros en medio de una construcción inconclusa repleta de maleza y en donde se reproducen alimañas como culebras, ratas, alacranes, entre otros.
-Es un constante drama solicitar la limpieza de de esa obra inconclusa, pues la institución la limpian los obreros y los consejos comunales, pero esa montaña inhóspita, de cabillas oxidadas que parecen lánzas, tapas de zinc más afiladas que cuchillo nuevo y madriguera de alimañas, es imposible que un cristiano pueda ejecutar ese trabajo, apuntó Medina.
Se pierde el material
Triste es ver el material de construcción como cabillas y tubos estructurales en franco deterioro, perdidos entre la maleza y el inevitable óxido.
-Desechados como basura, a pesar que fueron adquiridos con los dineros públicos para satisfacer las necesidades de una población con serias deficiencias en infraestructura educativa, aseveró Medina.
Más de mil 200 alumnos era la matrícula escolar de la Escuela Nacional Cabudare, y luego de la demolición de su antigua estructura, mermó considerablemente el número de estudiantes, incrementándose la deserción y por ende las oportunidades de los más chicos.
Agreste escenario
No hay duda que el personal que labora en la Escuela Nacional Cabudare, ha cumplido un rol fundamental en procura de una mejor planta física para el estudiantado, pero FEDE y el Gobierno nacional, transitan por la vía opuesta, incumpliendo el mandato constitucional e indiferente a los problemas de este ancestral plantel educativo.
Salones en penumbras por el obsoleto sistema eléctrico, baños colapsados y convertidos en depósito, luminarias colgadas, cableado que brota de sucias paredes, monte por doquier y un inmenso cúmulo de pupitres y cátedras que reposa en el cementerio del olvido, es el dramático escenario que enfrentan los alumnos en su cotidianidad.
Solicitudes reiteradas
El profesor Osmar Castillo, especialista de Educación Física, anunció que en reunión con el directivo de la Escuela Nacional Cabudare, consejos comunales y Comité de Salud y Prevención, se decidió paralizar las clases en esta disciplina toda vez no existe en la institución una cancha deportiva.
