Es indudable que los que llaman a la guerra el estado primordial y natural tienen razón. Por su naturaleza de animal, el hombre vive luchando, vive a costa de otros a los que teme y detesta. Por tanto, la vida es la guerra.
La Guerra y la Paz (1918),
Herman Hesse.
Hay a quienes la situación de parálisis que ha dominado al país durante los últimos años les ha beneficiado, el conflicto se ha convertido en una forma de vivir políticamente y de enriquecerse económicamente. De lo contrario la búsqueda de encuentro estaría a la orden del día, y no los fantasmas de guerras civiles y acuerdos ocultos para mantener el status quo de una serie de actores oscuros. Así, hay para quienes la situación de “guerra”, utilizando las palabras de Herman Hesse, en las que se encuentra el país son beneficiosas.
Sin embargo, el propio Hesse continúa en La Guerra y la Paz y recuerda que no todas las personas se han entregado al deseo de la guerra, “La “paz” es mucho más difícil de definir. La paz no es un estado natural ni paradisíaco ni una forma de coexistencia por mutuo acuerdo. La paz es algo que no conocemos; únicamente podemos sentirla y buscarla. La paz es un ideal. Es infinitamente compleja, inestable y frágil – un ligero soplo la destruye. La paz verdadera es más difícil e insólita que cualquier otro logro intelectual – incluso para dos personas que vivan juntas y se necesiten mutuamente. Y sin embargo, el ideal de la paz, el deseo de la paz prevalece desde tiempos ancestrales”.
No hay duda que esto es así en la Venezuela de hoy, donde “el deseo de la paz” prevalece en la gran mayoría de los venezolanos. El temor ha sido siempre la estrategia de las minorías para mantenerse en el poder, para ello la táctica ha sido desarticular a la mayoría e infundir miedo. Pero el deseo de paz ha sabido abrirse camino siempre, de hecho ha sido gracias a ésta que el mundo logró entrar en la modernidad, dejando atrás la barbarie. Y como en el mundo, hoy en Venezuela está abierta la posibilidad de retomar un camino de entendimiento y tolerancia, bases indiscutibles para la paz, y a través de este poner a andar de nuevo el motor de una sociedad detenida desde hace varios años.
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