#Opinión: Un segundo gran paso Por: Claudio Beuvrin

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La ciudad como tema

Hace unos años se creó la Escuela de Arquitectura como extensión extramuros de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV.  Fue un primer paso importantísimo para nuestra ciudad. Hoy ya han egresado varias cohortes. Algunos están trabajando en la ciudad, otros han emigrado buscado salida a la crisis de empleo, otros más están estudiando postgrados, en Venezuela o en otras partes y, eventualmente, volverán.  Obviamente, la escuela de arquitectura es joven y aun le queda mucho por crecer, por ampliar la oferta docente y pasar a dictar cursos de postgrado, pero, en todo caso, la ciudad está acumulando un capital intelectual importante en materia de arquitectura que está a su disposición y que puede serle útil si se le consulta.
Pero no era suficiente, hacía falta una Escuela de Urbanismo y este es el segundo gran salto en el desarrollo de una mejor ciudad: la semana pasada se dicto la clase inaugural luego de que la UCLA estuviera varios años trabajando para lograrla. Aunque ambas carreras están interrelacionadas tienen importantes diferencias.
Arquitectos y urbanistas comparten muchas áreas del conocimiento. El arquitecto se ocupa, principalmente, del diseño de la edificación de su funcionamiento y de su inserción en una parcela o terreno determinado. El urbanista trabaja a otra escala, la de la región, la ciudad o el macrosector con una visión estratégica a largo plazo. Y esta es también una diferencia importante: los arquitectos pueden diseñar y construir desentendiendose de lo que ocurra con la obra una vez concluida, pero los urbanistas no pueden hacerlo, están obligados a estar permanentemente pendientes de lo que ocurre con la ciudad, como si sus oficinas fueran una sala situacional y la obra no se termina nunca, está en constante cambio y renovación, a veces para bien y otras para peor.
Los urbanistas son los que formulan el marco de condiciones que deben cumplir los arquitectos: los usos, las densidades demográficas, los retiros, las alturas máximas, etc.  procurando que las obras y propuestas de todos los actores que construyen la ciudad sean compatibles con la ciudad como un todo. Como el organismo vivo que es la ciudad debe ser ordenada, estructurada, regulada en su crecimiento y, de ser necesario, limitada pues si aun con regulación y toda la parafernalia que esa función conlleva, nuestras ciudades son un caos, imaginemos como serían sin regulación, sin que nadie ponga limites a las acciones individuales y establezca un orden de prioridades en las inversiones publicas y privadas, seria volver a las ciudades de la primera revolución industrial inglesa: un desastre.
El urbanista recurre a herramientas que el arquitecto a veces conoce pero que no son la esencia de su especialidad: estadísticas, economía urbana, sociología, geología, transporte, ecología, legislación, etc. El arquitecto en su trabajo utiliza otras herramientas, principalmente los métodos de composición arquitectónica.  También es cierto que por muchos años han sido los arquitectos, en ausencia de los urbanistas, quienes se han ocupado del problema urbano y no puede decirse necesariamente que lo han hecho mal. En todo caso, es frecuente que el arquitecto  se convierta en urbanista tomando cursos de postgrado.
Hay otra diferencia entre arquitectos y urbanistas: los primeros pueden aspirar a un aura de artistas, con su personalidad marcando y caracterizando fuertemente sus obras. Esa posibilidad esta alejada del urbanista cuyo prestigio vendrá más bien de su capacidad para gerenciar la complejidad.
Pero hay un campo del conocimiento en el cual arquitectos y urbanistas van a confluir con mucha fuerza: el de la ecología. No es un asunto de moda, es un imperativo. Es urgente ir transformando la actual ciudad, altamente consumidora de recursos y generadora de contaminantes, en una ciudad amigable con el ambiente y con sus ciudadanos. Si, para dar un ejemplo, al arquitecto hoy le preocupa como diseñar un edificio asegurándose que cada familia tenga un puesto de estacionamiento, pronto empezará a preguntase como diseñar la obra para que la caminata a la parada de autobús resulte agradable  o si los niños pueden ir, a pie y con seguridad, a su escuela y a sus áreas recreativas bien arborizadas. El urbanista se preocupará de disminuir la huella ecológica –la deuda que pagamos por los recursos que tomamos del ambiente- a la escala de la ciudad y de la región mientras que el arquitecto tendrá la misma preocupación a nivel de su arquitectura: ambos utilizarán el mismo bagaje intelectual para atender los mismos fines.
Bienvenida la escuela de urbanismo y espero que la ciudad sepa aprovecharla.

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