#Opinión: La derrota y la victoria Por: Sira Vargas Rodriguez

Éstas, son dos caras de la misma moneda. Representan sólo una percepción de la vida. Una forma de sentir y vivir en este planeta. Ni hay victorias ni derrotas absolutas, ambas dependen de nuestra percepción. Por otro lado, nos pasamos la vida contando las victorias y ocultando las derrotas. Barriendo el polvo y colocándolo bajo la alfombra. Hablamos de los triunfos y nuestros episodios tristes no los nombramos. Incluso, hay personas que ni siquiera dicen que están enfermas o que se sienten tristes por  temor a parecer débiles o vulnerables. Hay que admitir que somos vulnerables y que algunas veces “ganamos” y otras, “perdemos”, pero que todo eso es relativo. Entonces,  reflexionamos ¿Son autenticas las personas que se ufanan no cometer errores? La vida está hecha de retazos, de pedazos que vamos empatando para arroparnos con esa sábana. Deseamos que no se le vean los parches, que se vea uniformemente hermosa, pero no es así, hay episodios tristes, oscuros y debemos no solo asumirlos,  sino expresaros, ¿Para qué guardarlos?, ¿Qué gano con eso? Esa careta de triunfalismo estereotipado, nos permite ser felices de la boca para afuera, mientras nuestro corazón está destrozado. Se debe  admitir cuando nos equivocamos, debemos decir que cometimos errores, que nos caímos, con la misma facilidad que señalamos  que nos la comimos. Todo en la vida tiene dos polaridades, la positiva y la negativa. Muchas veces un triunfo no nos permite aprender y una derrota representa una enorme lección si internalizamos que omitimos algo, que fallamos en un paso y que debemos revisar dónde estuvo la equivocación. Esa autoevaluación se realiza para corregir,   no para sentirnos culpables, ni para reprocharnos, sino para determinar qué debo cambiar y simplemente eso, hacerlo, sin amargarme. Ahora bien, se debe hablar de las derrotas pero con sentido analítico, puedo decir me equivoqué en esta actuación, pero fue sólo eso,   un error,  ya me di cuenta en qué fallé y la próxima vez que haga tal cosa, estaré pendiente de este factor para no volver a equivocarme. Eso es todo, pasar la página y mirar al futuro con optimismo, porque si se pierde una vez o varias,  no es el final de la vida, es una etapa y nada más, Cuando venga la victoria, la disfrutaremos  con mayor satisfacción. Venimos a la tierra a aprender, y no en una sola vida sino en muchas. Así que no hay apuro.
Por lo antes expuesto, deberían enseñarnos desde pequeños o modelarnos, que no hay victoria grande sin pasos chiquitos, que toda carrera tiene obstáculos y que no debemos desmayar así la meta sea larga o difícil. Todo lo contrario, debemos proponernos grandes empresas, dándonos cuenta que todo viaje tiene subestaciones, o etapas y que cada una representa un avance. Además, que cuando lleguemos no se ha terminado todo, ya que  siempre quedan aspectos por pulir, por mejorar. En toda carrera se debe perseverar. La fortaleza espiritual debe prevalecer,   cuando se trata de alcanzar una meta que nos hemos propuesto para el beneficio del colectivo. Nunca miremos nuestras metas con propósitos egoístas, sólo para nuestro propio disfrute,  porque el cósmico no nos ayudará a conseguirlos. Cuando nos hemos propuesto empresas que beneficiaran a un grupo, a nuestros semejantes, todo el universo se une para ayudarnos. Muchas veces fracasamos en nuestros proyectos porque nos dejamos llevar por nuestro ego, por nuestro deseo de ser nosotros el centro, queremos beneficio particular,  placer para nuestros sentidos y no nos detenemos a ver más allá, a la complacencia del espíritu a través de la obra hacia los demás.
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