#Opinión: Quién perdió y quién ganó el 7-0 Por: Juandemaro Querales

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Recién finalizada las elecciones del 7-0, también conocido como la fecha más trascendental de ka historia de Venezuela de los últimos cincuenta años; la derrota de la MUD produjo un halo de frustración y molestia -muy acorde- con un país dividido en dos bandos como producto de la vuelta del militarismo afectándonos la cotidianidad de nuestras vidas.

La derrota de Henrique Capriles Radonski inaceptable por sus huestes refleja una contradicción no resuelta por una concertación de partidos políticos, que sienten por Hugo Chávez un miedo a enfrentarlo directamente, abigarrado espectro de parcialidades que estando cercado y asediado por un sistema de dominio neo totalitario, busque todavía participar en el ritual ocasional que organiza el déspota, con el fin de conservar cierto formalismo de democracia, aceptando de manera estoica este ahogo mecánico a sabiendas que no tienen posibilidades de alcanzar el poder.

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La MUD con su candidato se presentan unidos haciendo un gran esfuerzo por dejar a un lado sus diferencias, llevando por primera vez la oposición un abanderado capaz de hacer un excelente trabajo, tratando de convencer a un mundo marcado por el chavismo y sus especulaciones mitológicas. Sin entrar en detalles de si fue acertado o no su fugaz aparición en una coyuntura seleccionada por el maquiavelismo que nos gobierna, el carisma y su juventud ayudaron indudablemente al ex gobernador de Miranda a abrirse paso en aquella carrera de obstáculos, tumbando muros y otros no se pudieron saltar como por ejemplo la imposibilidad de establecer puentes de conexión con los sectores sociales D y E; otro talón de Aquiles a vencer fue la dependencia de amplios sectores con las Misiones sociales, palanca redistribuidora de los recursos que provienen del petróleo; bloqueo que se da por el temor de perder los favores de un gobierno asistencial; para la oposición esta estrategia capital en el cálculo socialista es una simple entrega de dádivas de ahí su subestimación.

Pasada la cita electoral y la perspectiva que da el tiempo transcurrido, podemos afirmar que la oposición no comprendió nunca que debía enfrentar al chavismo con todas las armas, ya que se trata de un modelo personalista militarista abusivo de las instituciones del Estado, que criminaliza la disensión, la diferencia al pensar diferente. Para un analista tan denso como Armando Durán: “ a la democracia socialista hay que anteponerle la democracia burguesa”, nunca presentarse ante las masas como un vendedor de sueños, sin una noción ideológica de la política y la toma del poder, de allí lo elemental de sus ofertas que se perdían en el mercado como una mercancía más, mercadeo frenado por el campo chavista de la noción dadiva protección; rotos que son capaces de sacrificarse por el “hermano mayor” humanismo anacrónico, producto de una indigestión de militarismo aprendido en los cuarteles, en manuales de la antigua URSS.

La confusión de la MUD al no diferenciar: la conexión afectiva del líder con la masa, y la fantasía de empoderamiento a las sectores populares a través de los Consejos Comunales; les produjo un divorcio donde se les hizo imposible el abrir canales de comunicación con esos segmentos, y poder cortocircuitar la lealtad PSUV-Consejos, solidaridad que le valió a Hugo Chávez salvar el pellejo la tarde del 7-0 cuando bajaron en tropel a sufragar a una orden dentro de la operación avalancha bolivariana y definieran con el 10 por ciento la famosa brecha que lo separó de Capriles.

No hay tiempo para abrigando dudas, la MUD tiene que aprovechar su crecimiento exponencial, para regresar a los sectores más pobres valorando sus mitologías y su organización, presentándose con una concepción sobre el mundo y el poder sin dudas lejos de las técnicas del marketing, o es el socialismo o el poscapitalismo, nunca una visión vaporosa de las cosas porque eso huele a oportunismo, como las modas que son efímeras que emplea la globalidad para esclavizar al rebaño para que consuman.

Capriles y su Concertación deberán decantarse y mantenerse, evitando los atajos de algunos ilusionistas, no sorprenderse ante el uso de soecismo y escatologismos, de uso corriente por el déspota, tampoco creer en las ramas de olivo que manda Chávez cada vez que cierra un ciclo, para después regresar a la agresividad y la descalificación del contrario tildando de enemigo en su imaginario fascista. La toma del poder no está a la vuelta de la esquina, pero la permanencia y voluntad de cambio, puede derrotar un modelo militarista que solo busca quedarse con el poder definitivamente.

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