#Opinión: Lavarse las manos Por: Eduardo Iván González González

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Ventana abierta
Para recordar: ¿Quién subirá al monte de Jehová?… El limpio de manos y puro de corazón… (Salmos 24: 3-4).

El 15 de Octubre se ha declarado el día mundial de “Lavarse las manos”. En tal sentido, la Unicef, estos días enfatizó la importancia del lavado de manos con jabón, con el afán de prevenir enfermedades, debido alta taza de mortalidad infantil, por no lavarse las manos antes de comer o después de ir al sanitario.

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En ese orden, el pueblo de Israel, unos 3000 años a.C., estaban dirigido por Dios y Él les dictó Leyes, ordenanzas y normas, especialmente las de higiene, porque quería tener un pueblo sano, que fuera “cabeza y no cola” (Deuteronomio 28:13; 3ª Juan 2).

En la Biblia, se registra cuando Dios le indicó al pueblo que sí tocaban a un enfermo debían lavarse las manos (Levítico 15:4-12); el sacerdote tenía que lavarse las manos y los pies para poder oficiar, como un símbolo de limpieza (Éxodo 30:19); el que tocaba un cadáver quedaba inmundo siete días y tenía que lavarse (Números 19:11).

Sin estar en contra del libre comercio y la forma como algunos se ganan el dinero, ¿cómo o dónde se lavan las manos los que venden comida rápida? (Hamburguesas, cachapas, jugos, entre otros). A veces, tienen un solo tobo de agua para lavar y cuando se trata de alimentos, tienen que ser bien aseado, porque las bacterias se propagan rápidamente.

Hay otra forma alegórica, como aquel dicho que viene de la Biblia: “Lavarse las manos como Pilato” y se adjudica a las personas que se desentienden de los problemas, de la familia o sociedad, sin que caigan en la intromisión.

Cuando alguien quiere librarse de alguna culpa y que recaiga en otros, hace como Poncio Pilato, que “se lavó las manos” frente al caso de Jesús antes de su crucifixión y pudiendo hacer algo, no lo hizo. Pero ¿cuántos Pilatos hay en el planeta y cuantos los contemplamos sin decir nada?
Quizá, en este mundo hay demasiados padres, maestros, jueces, funcionarios del orden público, gobernantes, dirigentes religiosos, que nos estamos lavando las manos frente a algunos problemas de nuestra sociedad; entre otros: La mala conducta observada por sus hijos e hijas, o numerosos adultos de esta nación.

Por la conducta asumida en las recientes elecciones (7-O), pareciera que algunos políticos se lavaron las manos. Lo peor es, que muchos después de electos, se lavan las manos frente a los problemas del país.

Tal vez por ello, el salmista David, habló del sentido literal y alegórico cuando escribió: ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño” (Salmos 24: 3-4).

Volviendo a las autoridades y la sociedad, con el significado alegórico de “lavarse las manos”, lo observamos frecuentemente en nuestro país y el mundo, en asuntos como: Corrupción; tráfico de drogas y estupefacientes; tráfico de armas; hasta de órganos; incluyendo otras drogas legalizadas como el café, tabaco y alcohol, o comidas que dañan a la población, llamadas comúnmente “Chatarra”. También hay un consumo excesivo de azúcar blanca y sal, carnes rojas, colorantes que vienen en caramelos, refrescos y otros.

Por la ineficiencia o dudosos intereses, no se castiga a nuestros dirigentes. Nos lavamos las manos y decimos: “con tal que los males de la humanidad no me toque a mí, la cosa está bien”.

No debemos olvidar el llamado que hay que hacerle al presidentes, gobernadores, ministros, abogados, senadores, jueces y muchos más de la vida pública y algunos de ellos consumen bebidas alcohólicas, tabaco y tal vez por ello, no intervienen para corregir o evitar estos males y prefieren lavarse las manos.

En tal sentido, White, Elena escribió: “Los legisladores y los traficantes de licores pueden lavarse las manos como Pilato, pero no estarán libres de la sangre de las almas… y serán culpables del derroche de dinero, de la miseria, del crimen que ocurre por el maldito negocio de las bebidas” (La Temperancia, sección II, cap. 2). Si la autora White, estuviera viva, de seguro hubiese incluido las drogas.

Con todo lo anterior ¿Nos lavaremos las manos? No olvidemos, que solo el limpio de manos y puro de corazón, es quién entrará en el reino celestial.

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