#Opinión: Votar por el pasado Por: Ingrid Jiménez

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Millones de venezolanos que votamos el 7 de octubre lo hicimos por una esperanza de cambio y un futuro de oportunidades para todos. Votamos a favor de un proyecto de país inclusivo y por una vida mejor. Sin embargo, y contra toda lógica el gobierno más ineficiente y corrupto de la historia contemporánea de nuestro país logró que la población le otorgara seis años más de mandato.

En las próximas líneas trataremos de explicar por qué Henrique Capriles Radonski perdió y cómo los venezolanos decidieron seguir apostando por el pasado. En primer término, y a diferencia de muchos analistas que han escrito por estos días, considero que Capriles Radonski hizo una excelente campaña electoral, que consolidó un liderazgo emanado de la voluntad popular. Por primera vez en muchos años, la oposición, en la voz del joven candidato fue mucho más allá del mero anti – chavismo para construir un proyecto de país y plantear soluciones reales a los problemas más sentidos de la gente.

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Capriles Radonski creció como líder político durante la campaña y encarnó el gran esfuerzo realizado por los partidos políticos para lograr una unidad perfecta. Por su parte, la Mesa de la Unidad Democrática gracias al extraordinario trabajo de Ramón Guillermo Aveledo se convirtió en un eficiente engranaje político y de diálogo de los factores democráticos del país.

Ahora bien, si esto es así, ¿por qué Capriles Radonski perdió? Existen diversos factores, pero existe una razón principal. Esto es, la campaña electoral no se desarrolló en un contexto democrático y de libertad plena porque desde hace algunos años la democracia se ha desdibujado del sistema político y fue suplantada por prácticas autoritarias y clientelares auspiciadas por la concentración de poder y la sumisión de los poderes públicos al Ejecutivo. En este sentido, el gobierno contó con todos los recursos del Estado para promocionar al Presidente, así como el amplio sistema de medios públicos que no cesaron de hacer campaña a favor de Chávez ni siquiera el día de la elección. Todo esto ocurrió bajo la mirada complaciente del Consejo Nacional Electoral que en ningún momento sancionó los repetidos abusos del candidato oficial.

Como si esto fuera poco, las dudas sobre el carácter secreto del voto y las amenazas, unas veces veladas, otras veces directas a los empleados públicos y empresas vinculadas al Estado, hicieron mella sobre el ánimo de la gente.

Aunado a ello, y no menos importante, el grueso de los votantes del Presidente son los grupos más vulnerables, es decir la población en situación de pobreza y pobreza extrema beneficiaria de las misiones sociales. Esta población se siente tomada en cuenta por el Presidente, y como se demostró su vínculo no se ha debilitado a pesar de largos años de gestión desastrosa. Chávez es un eficaz vendedor de esperanza, y su electorado más que por beneficios y ayudas concretas recibidas, continúa sufragando por él, por la esperanza de obtener dádivas futuras.

Estos ocho millones de venezolanos que de nuevo han confiado en el Presidente Chávez han elegido votar por el pasado, por un modelo caduco militarista e ineficaz que ha causado la ruina física y moral del país. Estos venezolanos prefirieron lo que ya conocen y se han resignado a vivir en esta Venezuela anárquica que se nos escapa de las manos.

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