Todavía se discute entre los historiadores de distintas tendencias y de distintas épocas, las luchas bélicas emprendidas por el famoso General griego Pirro, Rey de Epiro, llevadas a cabo, entre los años de 318 y 212, antes de Jesucristo. Tenían por finalidad estas violentas contiendas, desarticular el compacto ejército romano y vencer sus intrépidas legiones, que gozaban de incomparable fama en la antigüedad. Epiro, era una pequeña región de la Grecia heroica, situada al N.E. de Macedonia.
Pirro, pronto entró en combate con los romanos, a pesar de las advertencias que encarecidamente recibió para prescindir de estas temerarias acciones, especialmente, la súplica insistente de su astuto consejero Cineas, perseveró en estas gravosas refriegas, junto con la sorpresa que proporcionó al enemigo el uso de elefantes amaestrados, como poderosa arma de guerra, tras ímprobas pérdidas y sacrificios, pudo infringir a los romanos sonada derrota en las Batallas de Heraclea y Ascoli.
Alcanzado este fatigoso triunfo, al recibir la felicitación de sus generales por tamaña proeza, un tanto apesadumbrado, no tuvo escrúpulo en proferir: “Con otras victorias como estas estoy perdido”. No por otras circunstancias, desde entonces, se denominan “victorias pírricas”, las obtenidas después de recibir cuantiosas pérdidas y padecer contratiempo de diferentes categorías.
Mas allá de su significación por su alcance y trascendencia bélica, es en el mundo de la literatura, donde podemos apreciar los usos y versiones de las victorias pírricas. Se recurre a ellas, en sentido comparativo, en citas y testimonios histórico para dar mayor firmeza a un comentario, o para hacer alusión a hechos afines en diferentes épocas y circunstancias. En tal sentido, el Libertador, que con mucha frecuencia recurrió al rico documental greco-latino, en su abundante actividad epistolar, en ciertos casos se valió de esta epopeya de las batallas pírricas, como recurso propicio de su lenguaje literario.
Por lo dicho hasta aquí, es por lo que se estima factible, que en el tiempo que hoy transitamos, cargado de futuro, agobiado por un bullir y rebullir de juicios, ideas y tendencias y en el horizonte de nuestra realidad existencial, podemos encontrar elementos, con los cuales, surge esa pugna entre ser y quehacer, se enmarcan también, nuevas contexturas que se viven librando, en una abierta humanidad colmada de expectativas crecientes.
Todavía no ha llegado a conocimiento global de la ciudadanía, el análisis objetivo, de las causas y circunstancias, que favorecieron al Comandante reelecto con la designación de Presidente de la Republica, para el inmediato periodo constitucional. Reviste unánime interés recibir esta información, que afirma y robustece muestra institucionalidad democrática. Nada más indispensable y necesario, para saber a plenitud, que el proceso electoral fue acto emanado de la entraña de lo popular.
Por informaciones trasmitidas por los voceros de la comunicación social y por la divulgación de los analistas de opinión, se ha formado un criterio dominante, de que en el reciente proceso electoral prevaleció un ánimo de secta y ventaja, una abusiva tendencia reiterada, en menoscabo del candidato de la unidad opositora. Esta ilícita actitud se hizo sentir en el disfrute de un mayor tiempo de comunicación en los medios del Estado, en la utilización del transporte del Estado, unidades y oficinas del sector oficial y de otras facilidades y servicios, en flagrante violación de la Constitución, la Ley de Procesos Electorales y la Ley Contra la Corrupción. Mereció rechazo colectivo, la constante descalificación de la dignidad del contendor de la oposición democrática. La falta de protección, por el hecho de que Venezuela quedó sin el apoyo de los organismos de tutela internacional, en materia de derechos humanos.
Es posible transformar, una justa comicial, en una victoria pírrica transitoria, en el entendido, que cuando deviene un triunfo, difícil costoso y transitorio, que agota las posibilidades, viene acompañado de una invencible capacidad de unidad y logros, que predisponen el éxito del porvenir. Una oposición unificada y democrática, un líder experimentado y consciente y un fortalecido sistema ideológico donde la democracia es el único sistema político susceptible de mayor libertad, son circunstancias que impulsan a un triunfo sin mediatizaciones.
¡Nada crece y prospera sino crece y prospera en la virtud!
#opinión: Las batallas pírricas. Por: Francisco Cañizález Verde
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