A las 8 de la mañana sonaron los disparos dentro de Uribana, sonido natural para muchos de los que viven en las adyacencias e inclusive para los guardias nacionales y custodios, quienes se acuestan y levantan con el ruido de las balas. A los 20 minutos el portón rojo se abría, los varones (hombres cristianos) sacaron a un joven mal herido.
De inmediato se comenzaron a movilizar los médicos del penal para prestarle los primeros auxilios. Afuera del penal estaban algunos pastores quienes ayudaron al muchacho a montarlo en la ambulancia e incluso se fueron con él hasta el Hospital Central Antonio María Pineda.
La familia del joven baleado fue avisada por uno de sus compañeros y ellos alertados acudieron hasta la Emergencia del Hospital Central para esperar a su ser querido. Un disparo en el estómago le dieron al preso, quien, a mitad de camino, no soportó la herida y falleció.
A las 9:15 de la mañana llegó la ambulancia al primer centro asistencial, bajaron al muchacho y la madre, al verlo, rompió en llanto. Sabía que su hijo ya no tenía signos vitales. De la misma forma ingresaron al joven y adentro los médicos constataron que había fallecido.
La señora, en las afueras de la Emergencia, gritaba de manera desgarradora. No podía creer que su hijo había fallecido. A sus familiares les decía que ella no había sido mala en esta vida para tener que atravesar por dicha situación tan dolorosa. En varias oportunidades la dama perdió el conocimiento, el dolor la hizo desmayarse y fue atendida en la Emergencia.
El recluso ultimado fue identificado como Franklin Jesús Guédez Guédez, de 20 años de edad. Se conoció que era conocido dentro del penal como “El Minino”. Durante su estadía en Uribana vivió en el área de Observación y llegó a formar parte del “carro” es decir del grupo de líderes de ese sector. Era considerado uno de los “pistoleros” que no hacen más que ejecutar y proteger al jefe de ellos, sin embargo tuvo que ser ejecutado por haber incumplido una de las normas internas de Uribana.
Sobre el por qué fue asesinado, existen dos versiones: una de ellas es que se estaba burlando de “El Chueco” máximo líder del penal y otra es que se apoderó de algo que no le pertenecía, por ello lo llamaron “batanero” que en dicho argot significa ladrón y fue castigado con la muerte por haber faltado.
“El Minino” era residente de la manzana M de la urbanización Las Sábilas, ubicada al norte de la ciudad. Fue detenido el 19 de febrero del 2010, por tenencia de droga, asociación para delinquir, ocultamiento ilícito de arma de fuego y uso de adolescente para delinquir. Fue penado a 9 años de prisión y estaba optando por un beneficio de destacamento de trabajo, el cual había sido denegado en varias oportunidades.
Con la muerte de este interno son 44 los privados de libertad que han muerto de forma violenta dentro del centro penitenciario de Centro Occidente, mejor conocido como Uribana, durante el 2012.
Fotos: Ricardo Marapacuto