#opinión: Ruinas de un sistema. por: Diego Lombardi

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“Le gustaba frecuentar los lugares en donde las ruinas atestiguaban el vano intento del hombre por perpetuar sus hechos”
La muerte del estratega
Álvaro Mutis

Desde el antiquísimo Stonehenge en el corazón de Inglaterra, hasta el hoy en día edificio más alto del mundo con 830 metros de altura, el Burj Khalifa ubicado en Dubai, el hombre ha tratado de perpetuarse a través de sus edificaciones. En América se alza el mágico Machu Pichu a 2.500 metros de altura, el funcional Canal de Panamá atravesando 82 kilómetros de selva espesa para unir dos océanos, y por qué no mencionar nuestros íconos arquitectónicos como el Teleférico de Mérida (1960), el Puente General Rafael Urdaneta (1962) y el Teatro Teresa Carreño (1983).
Basta hacer un ejercicio de retrospectiva para imaginarse una zona árida como la Península de Paraguaná atravesada en su horizonte por una estructura como la Refinería de Amuay en plena mitad del siglo pasado, para sospechar que aquella obra de ingeniería sería de referencia mundial. O imaginarse las autopistas caraqueñas rodeando la Ciudad Universitaria, patrimonio de la humanidad, abriéndole las puertas de la modernidad a Venezuela. O pensar que a cientos de kilómetros se levantaría la represa del Guri dando muestras del potencial energético del país.
Es comprensible que rodeada de estas edificaciones se viviera en la Venezuela de aquel entonces la que se ha llamado “ilusión de progreso”. Y si bien se trató de una ilusión, no cabe duda que, con sus desaciertos, existía en aquel entonces una visión de democracia basada en la modernidad, que lamentablemente no pudo concretarse por diversas causas, entre las que destaca sin duda el agotamiento de una élite que no supo renovarse.
Adentrados ya en el siglo XXI, la infraestructura del país deja asomar fatalmente su deterioro, sin estar acompañada de grandes proyectos cuya envergadura permitan soñar con un futuro de modernidad. Por el contrario, la obra de quizás mayor impacto arquitectónico de esta década y media de modelo revolucionario sea un Mausoleo para el Libertador, tal vez símbolo del final definitivo de una época que no termina de quedar en el pasado.

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