Reflexión
Es una expresión que miles de millones de personas siempre tenemos en nuestras bocas en muchas y variadas circunstancias. Sobre todo, cuando hemos salido de una situación difícil o de algún atolladero donde nos habíamos metido. O cuando alcanzamos algún éxito o superamos un obstáculo que nos impedía avanzar hacia otras metas. La verdad, “gracias a Dios”, se ha tornado en un simple cliché, que de manera automática, por costumbre, como programado, lo pronunciamos sin sentido. A mi manera de ver, nos es más que una forma de llevar la vida, simple tradición, pero que no guarda ninguna relación con lo que en esencia esas palabras deberían significar. De lo que Dios en realidad espera de nosotros.
No dudamos que dicha expresión con toda seguridad saldrá de una boca agradecida, pero la práctica diaria. La vida misma de esa persona. El propósito final de quien la pronunció, está muy lejos de ser verdaderamente agradecida. Y es aquí donde cobra fuerza el concepto, por el cual decimos que la expresión ha sido estigmatizada como una muletilla. Que a pesar, puede salir de lo más hondo del corazón del individuo, no produce ninguna utilidad. Sino una espuria alegría. Emocional y efímera. Y luego la vida sigue igual. Pero el propósito de Dios no es que le agradezcan por mero formalismo o emoción. Porque ya superamos la situación difícil o alcanzamos la satisfacción. Cuando Dios recibe esas palabras de Gracias, espera que quien lo profesa lo demuestre con hechos, con acciones de obediencia a su palabra.
Con el padre o la madre terrenal. El esposo o la esposa en su vida conyugal. O tal vez, en una relación de simple amistad, laboral y hasta religiosa, sucede algo parecido. Es una vislumbre de lo que hacemos con nuestro Dios. Podemos colmar con palabras de agradecimiento por el beneficio otorgado o el favor concedido. Por la ayuda prestada o el perdón recibido que vino de estas personas. Pero indudablemente que estas esperan actos visibles y tangibles en nuestra conducta. Muestras concretas de ese agradecimiento. Evidencias palpables, evaluables, en las cuales se vea que se está verdaderamente agradecido. Es lo que normalmente se espera. Un hijo que se descarriló, se metió en problemas graves y se le ayudó a salir, lo menos que esperan sus padres es que tome el camino correcto. Un cónyuge que adulteró en momentos difíciles de su vida y se arrepintió, recibió el perdón, no debería a volver a ello. Alguien que se apoderó sistemáticamente de lo que no era suyo y fue salvado por la bondad de alguien, igual debería comenzar a ser distinto, mejor. No bastaría con decir: Gracias, fulano. ¿Sí o no?
Si este principio, evidentemente elemental, vale para los seres humanos, con muchísimas más razón vale para Dios. Dios no necesita de sus Gracias. El espera algo más. “Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos” Prov.23:26. No es el músculo. Darle nuestro corazón a Dios y mirar por sus caminos, se refiere a tus actos de obediencia a su palabra. A tus obras, que son producto de tu fe. Y tu fe, que produce tus obras. Sin excusas, justificaciones y motivos absurdos para no hacerlo. Eso es lo que Dios aspira. No un simple “Gracias Dios”.
Los tiempos que estamos viviendo son una oportunidad de oro para nuestras vidas. Debemos abandonar la simplicidad de dar gracias a Dios solo como un mero eslogan. Es la hora que sea escrito su nombre en los registros del cielo como elegido de Dios. Basta de creer que con un simple “GRACIAS” estamos satisfaciendo la majestad divina. Dios merece lo mejor. Su carácter, su voluntad y su obediencia. Por eso reclama con absoluta autoridad. “Así habéis invalidado el Mandamiento de Dios por vuestra tradición.»¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías de vosotros:»‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí’.»En vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres». Mateo 15;6-9.
Sí, y no mire para los lados. Es para Ud. y para mi, apreciado lector. Tal vez alguien quiera justificarse diciendo que eso fue para los antiguos. Pero no. Es para nosotros y ahora. Vean como lo expone el mismo DIOS en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.»Guardad mis Mandamientos y cumplidlos. Yo Soy el Eterno.”Lev.22:31. “Les dijo: «Volveos de vuestros malos caminos, y guardad mis Mandamientos y mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que prescribí a vuestros padres…”2Rey.17.13. «Si me amáis, guardaréis mis Mandamientos” Juan.14:15 ¿Qué les parece?. Cualquier acto de agradecimiento al ser que amamos, se fundamenta en la obediencia. !Hasta el martes, Dios mediante!. “La Biblia es para mí «El Libro». No veo como alguien puede vivir sin ella”. Gabriela mistral, Poetiza chilena, premio Nóbel de literatura.
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#opinión: Gracias a Dios. por: William Amaro Gutiérrez
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