Tendrá que cumplir con la promesa de sincerar precios de alimentos como harina, café, azúcar, quesos y pan.
Para este año el FMI pronostica 23%, analistas venezolanos 21% y el Ejecutivo 18%.
Mientras el alto gobierno continúa anunciando con gran optimismo, que están dando resultados las políticas para poner freno a la inflación; el Banco Central de Venezuela y el Instituto Nacional de Estadísticas continúan diciéndole a los consumidores que los bienes y servicios están más baratos, de acuerdo con las cifras de sus informes, el venezolano de a pié que cada quincena acude a los supermercados a reponer la despensa, se tropieza con la desagradable sorpresa de que no le alcanza el dinero.
No encuentran como explicar cómo es posible que esta variable que cerró en el mes de agosto en 1,1%, en el mes siguiente se haya disparado hasta 1,6% y que ya los analistas económicos estén alertando que para finales de año, el índice inflacionario estará por encima del 23%, coincidiendo con los pronósticos que hace el informe anual del Fondo Monetario Internacional, que advierte que para el año 2013, el encarecimiento de los precios a lo largo y ancho de todo el país se elevará hasta un 28%, estimaciones que fueron desestimadas de inmediato por el Presidente del BCV, quien dijo desconocer como hace los cálculos de inflación de este organismo reconocido ampliamente en el ámbito mundial.
El informe del emisor correspondiente a Octubre revela que el costo de los alimentos, a nivel nacional se encareció en 1,9%, mientras que para las familias más pobres del la Gran Caracas, el impacto fue de 3,1%, cuando para el mismo período del año 2011, la variación fue de 1,5%, lo que indica que para estos grupos el costo de los alimentos aumentó a más del doble, de acuerdo con las cifras oficiales, que no las están inventando los economistas de los grupos de la Alternativa Democrática, tampoco son números manipulados por el Imperio.
Aún cuando se nieguen a aceptarlo, es evidente que este encarecimiento en los precios de los alimentos, es producto de la expansión brutal del gasto público que se realizó en los meses previos al proceso de elecciones, cuando las personas afiliadas a las Misiones se sorprendieron gratamente, al ver sus cuentas sorpresivamente abultadas, aumentando la liquidez en forma escandalosa en momentos en que hay una oferta que está restringida, debido a que Cadivi ha limitado la entrega de divisas para las importaciones de insumos y materias primas en más de un 40%; a la demora en el Ministerio de Industrias de los Certificados de No Producción o de Producción Insuficiente y a la falta de estímulos para impulsar el aparato productivo nacional.
Se plantea la necesidad de aumentar la producción nacional, como la única alternativa para reducir la inflación; sin embargo, se mantienen los precios de la mayoría de los productos agrícolas congelados, y a aquellos a los cuales se les han hecho ajustes, éstos no compensan costos de producción, por lo tanto persisten rezagos que oscilan entre 40% y 120%, situación que no se podrá sostener por mucho tiempo, ya que de lo contrario se profundizará el desabastecimiento que se redujo, “milagrosamente”, antes de las elecciones, pero que nuevamente comienza a sentirse nuevamente, ya que en el primer semestre la producción agrícola cayó en un 9% y han sido las masivas importaciones de Brasil, Colombia, Argentina, Nicaragua y Uruguay, que se incrementaron en un 18% durante los primeros seis meses del año, las que han impedido que se disparen los precios de los alimentos.
Redimensionar estimaciones
En el ministerio de Planificación y Finanzas, en el Banco Central y en el Instituto Nacional de Estadísticas, aseguran que la inflación anualizada este año estará por debajo del 18%, tal como lo contempla la Ley de Presupuesto vigente; sin embargo, es muy probable que el Ejecutivo tenga que hacer una revisión y redimensionar estas proyecciones, por cuanto no es ningún secreto que para los últimos tres meses del año los precios registran una mayor aceleración debido al aumento del consumo, impulsado por el pago de las utilidades y aguinaldos a los trabajadores en la época navideña y por supuesto que este año no será una excepción.
Por supuesto que hay otras variables que entrarán en juego, como es el compromiso del Gobierno, de sincerar los precios de varios rubros alimenticios, así como de algunos servicios básicos, luego de las elecciones compromiso que ahora no pueden eludir, y menos cuando resultaron triunfadores en las pasadas elecciones.
Los industriales de la harina de maíz pre-cocida, del aceite de maíz, del arroz, del café, el azúcar, el café, el pan, los quesos y la carne, son algunos de los que permanecen en la cola a la espera de decisiones oficiales, luego de haber presentado en diversas ocasiones sus estructuras de costos actualizadas, estando algunas de ellas trabajando a pérdida, en condiciones dramáticas, aguantando obligados el chaparrón, para que el entonces candidato oficialista no tuviera un severo costo político que le pudiera pasar factura en las elecciones, así que ahora esperan la recompensa por su buen comportamiento, ya que de lo contrario pudieran registrarse algunos cierres de empresas que profundizarían la escasez.
Afortunadamente, antes las expectativa que cada día aumentan, en torno a las posibilidades de una nueva devaluación del tipo de cambio, muchos importadores venezolanos comenzaron a traer sus productos para las navidades a partir de agosto y septiembre, lo que indica que muchos han incrementado sus inventarios; sin embargo, nadie puede garantizar que estos productos, la mayoría de los cuales han sido adquiridos con divisas obtenidas a través del SITME, o mediante la repatriación de capitales, sean comercializados con precios fijados en función del costo que tuvieron las divisas, así de ser Dios nos agarre confesados.