Quedó comprobado hace 8 días que este gobierno no goza de la voluntad del pueblo, sino que se sostiene en base al miedo que le imprime a los empleados públicos, el chantaje que le genera a todos los beneficiarios de los programas sociales y al ventajismo de los recursos del Estado venezolano, que los utiliza abusivamente con la complicidad de los poderes Legislativo y Electoral.
Así lo expresó Víctor Martínez, candidato suplente de William Peña al Consejo Legislativo del estado Lara por el Circuito Nº 2, que abarca los municipios Crespo y Urdaneta, en la tarjeta de Avanzada Progresista.
Aunque se considera fraude cuando se hace un engaño, no es menos que a los electores de los sectores populares de las ciudades y del medio rural sean tratados por el presidente de la República como siervos y no como ciudadanos, ya que toda la política social del gobierno ha sido concebida precisamente para someter la voluntad de la gente más necesitada y no para que superen su condición de miseria o pobreza.
Además esta campaña se caracterizó por una serie de irregularidades que jamás fueron objeto de sanción, sino que por el contrario contaron con la complicidad de los funcionarios que debieron poner coto a las largas cadenas presidenciales destinadas a profundizar la imagen del candidato del gobierno, a las cuñas promocionales de obras realizadas o por realizar este gobierno, a los propios mensajes del Consejo Nacional Electoral que dejaban entrever que el voto sería detectado, a la guerra sucia desatada incansablemente por los funcionarios de más alto nivel, a la compra de individuos de la oposición para hacer ver que a Chávez se le unían los que en principio habían creído en Henrique Capriles Radonski pero que realmente estaban confabulados con el régimen para dañar la imagen del candidato de la oposición, además de otras patrañas.
Mientras por un lado se hablaba de corazón de patria y de amor, en los mitines transportados el candidato hablaba de guerra civil porque Chávez, en cadenas de radio y televisón, amenazaba a la población con un enfrentamiento armado si triunfaba la opción del candidato democrático.
A cada rato se repetía el latiguillo de “tenemos que aceptar los resultados del árbitro electoral”, porque luego se señalaba que el candidato de la oposición tenía una carta bajo la manga, además de insistirse en que ya el presidente de la República era el ganador y no se le quería reconocer.
Los actos públicos convocados por la Mesa de la Unidad para oír y ver a Capriles Radonski fueron multitudinarios, expresó Víctor Martínez. La gente acudía espontáneamente y compraba las franelas, las gorras, cintillos y hasta llaveros, porque se sentía entusiasmada y, por supuesto, quería un cambio porque el país no soporta la delincuencia, la inseguridad en las calles, los malos servicios, la pésima vialidad, los apagones, la inflación y, en fin, todos los problemas que le afectan.
En cambio, para que la gente asistiera a los mitines del candidato del continuismo no sólo pagaban autobuses para transportarla, sino que se usaron vehículos de los organismos oficiales y mucho dinero, porque éste les sobraba, ya que lo sacaban del Estado.
Obligaron a los beneficiarios de los programas sociales a reclutar votantes porque si no les suspendían los beneficios.
Obviamente, el día de las elecciones se presentaron imperceptiblemente los duendes electrónicos, hubo la paralización de centros de votación con la operación morrocoy con el uso de las máquinas para identificar a los electores, además de la actuación de las milicias, del Plan República llevando a los soldados a votar, los empleados púbicos sometidos a presión y la actuación de los puntos rojos que estaban al acecho de los votantes para chantajearlos, ya que tenían las listas a mano.
Como preveían que la ciudadanía reaccionaría ante tanto avasallamiento, el gobierno sacó hasta tanquetas a la calle, una vez transcurrida la votación; pero, ya vimos que los propios chavistas tenían pena de celebrar porque esa victoria no legitimó a Chávez.
Foto: Elías Rodríguez
