En el comando Venezuela y en la Mesa de la Unidad Democrática tuvimos un centro de totalización electoral que a través de los equipos de totalización de los municipios y los estados recogieron todas las actas de todas las mesas de todos los centros de votación del país. Además tuvimos un mecanismo –por cierto muy común y conocido en todo el mundo– muy rápido y expedito para saber en tiempo breve, quizás una hora o algo más, el resultado aproximado de las elecciones. Es el sistema de “conteo rápido” que consiste en planificar previamente una muestra estadística científicamente establecida en todo el país que por su composición geográfica, poblacional y social, refleje la totalidad del país. Los testigos, cuyas mesas entraban en ese muestreo, transmitían vías teléfonos los votos obtenidos. Al totalizar, salvo que el resultado sea muy ajustado, ya se sabe quién ganó.
Así las cosas, unos minutos antes del primer boletín del CNE, poco menos de una hora antes, ya Capriles y el Comando Venezuela sabían el resultado adverso sin duda alguna. Y por eso varios periodistas informaron del revés atraes de sus cuentas de Twitter, antes de que hablara la presidenta del CNE. Hay gente que con ingenuidad cree que Capriles aceptó el revés “a ciegas”, solo por el boletín del CNE y piden “conteo de votos”. Un conteo que se hizo, tanto el rápido como el completo. Muchos compatriotas comprensiblemente dolidos ante un resultado no esperado, se aferran a la explicación del “fraude” para drenar el desconsuelo
Y otros pocos, pero deseosos de figurar, nada ingenuos, conocen bien el mecanismo del “conteo rápido” además de todo el trabajo de totalización, pero usan el cuento del fraude tratando se sacar provecho politiquero y tomar protagonismo. También el gobierno estimula la versión del supuesto fraude a ver si puede desmovilizar las fuerzas democráticas de cara a las elecciones de diciembre. El régimen sueña con desatar una ola abstencionista o de repliegue de al menos parte de esos 6 millones y medio de electores que votamos por Capriles. Esa es una fuerza formidable como punto de partida para competir por gobernaciones en la que los candidatos impuestos por Chávez son muy débiles. Agentes del gobierno atizan esa hipótesis del fraude. Sueñan con que se repita la torpeza de 2005 cuando se llamó a la abstención y entregamos totalmente el parlamento.
Ahora bien, es necesario que el ciudadano conozca bien el mecanismo del voto: primero, las máquinas están desconectadas de la línea de Internet todo el día. Eso lo certifican los testigos. Segundo, al terminar las votaciones, se emite el acta interna con los resultados incluyendo copia a los testigos. Tercero, solo entonces se conecta la máquina y se transmite, vía Internet, a la sala de totalización en Caracas. Luego, los miembros de todas las mesas del centro de votación sortean mediante “sacar papelitos de un sobre”, cuáles mesas se van a auditar. Se cuentan esos comprobantes de voto y se levanta una segunda acta con copias a los testigos.
Quienes sospechan de “fraude electrónico” nunca se pasean por este procedimiento y el control de los comprobantes. Nunca se ha encontrado una mesa en la que haya diferencias entre los votos contados y los transmitidos.
¿Todo es limpio? Pues no. Muy por el contrario, un candidato como Capriles no competía contra otro candidato ni contra el Psuv y su fuerza. Capriles y la MUD enfrentaban todo el poder y el dinero del Estado, con el uso y abuso de las instituciones para hacer maniobras. Contra el enorme ventajismo del gobierno rico que usa los dineros público sin escrúpulos. Contra las cadenas de radio y TV, los 15 minutos de cuñas “institucionales” que fueron propaganda electoral semi disfrazada. Y un CNE desequilibrado que “dejó hacer”. Contra la brutal “misión miedo”. Era David contra un Goliat rico y oligarca.
Algunas maniobras ilegales y abusivas surtieron efectos concretos. Por ejemplo, la candidata Sequera sacó 68 mil votos en una tarjeta con el rostro de Capriles que no fue sustituida en el tarjetón. No fue la diferencia entre ganar o perder, pero resta. Hubo 280 mil votos nulos como producto de otras tres tarjetas con rostro de Capriles sin apoyarlo o por el extraño caso de la “cara que no se reflejaba en la máquina”. Otros 280 mil votos que se restaron a Capriles. Las tarjetas del PPT y Podemos, cambiadas “ajuro” por el TSJ para ir a favor de Chávez ignorando a sus legítimas mayorías militantes, obtuvieron unos 370 mil votos. ¿Cuántos votaban creyendo que eran su PPT o Podemos de siempre? Imposible saberlo. Seguramente no todos, quizás no la mayoría, pero unos cuantos sí. En la maniobra del consulado de Miami se perdieron unos 10 mil votos. Y así, suma y sigue…
Dato actualizado: En este 2012 hubo unos 3 millones y medio de votantes adicionales a los de 2006. Chávez, estancado, apenas sumó 600 mil nuevos votos y bajó su porcentaje de votos desde el 63% de 2006 a 55% de 2012. Perdió 8%. En votos, la Unidad de 2012 logró 2 millones 200 mil más que en 2006 y un millón más que en las parlamentarias de 2010.
A esa formidable fuerza de cambio y del progreso – ¡Somos millones! ¡Casi la mitad de la Venezuela que votó! – no se la puede ignorar, excluir ni despreciar. Pero sobre todo, perseverando en la Unidad tiene una enorme capacidad de luchar contra los abusos y atropellos, contra la pretensión centralista y hegemónica. Capriles tiene un liderazgo ganado que deberá ponerlo en juego. Y un mensaje que ya probó tener calado en el país, que puede seguir creciendo. La MUD tiene dirigentes que garantizan confianza, como Ramón Guillermo Aveledo y muchos otros. Entonces, aquí nadie debe rendirse
#opinión: Sin tregua – ¡Somos millones! por: Macario González
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