Concluyó el proceso comicial del 7 de octubre pasado. Su resultado harto conocido, por los medios de comunicación social, permiten formarnos una concreta idea sobre su alcance y proyección. Unos breves juicios queremos emitir, para relievar aspectos de esa campaña electoral, de gran trascendencia para el país nacional. La unidad democrática opositora, luce en hechos positivos para ese bando: elevo su potencial electoral en 2.400.000 votos, respecto a la última elección, mientras que el oficialismo solo lo elevó 450.000 votos. Circunstancia por demás significativa, que establece notable diferenciación. Este solo hecho revela, que el chavismo no está en condiciones de imponer en Venezuela, su gastada y anacrónica ideología de socialismo del siglo XXI. En tanto, Capriles y sus allegados, avanzan al futuro, con su nuevo liderazgo y concepciones y métodos de asequible modernidad y cohesión social para implantar profundos cambios económicos y estratégicos de expectativas crecientes.
Así equipado y sistemáticamente dotado para encarar con destreza las nuevas alternativas que demanda este tiempo de transformación y reto. Seguirá conscientemente, consagrado al bien común y de los impostergables requerimientos del país nacional, en lo que ha demostrado comprensión y acierto, con ánimo tesonero y abierto a todos los proyectos de renovación y cambio.
Capriles es un líder conformado de moderna mentalidad, apto para comprender los cambios que trascienden del futuro y de la gigantesca tecnología del mundo contemporáneo y sin los cuales el hombre no podría vivir ni convivir. Si así entiende esas relaciones de un mundo científicamente desarrollado. Actúa y obra subordinado al binomio bolivariano del saber asociado a la virtud, que signan los paradigmas éticos, como atributo de la vida en sociedad.
Con suficiente y útil experiencia en funciones de gobierno representativo y en lo especifico del ejercicio de esos destinos, ha sabido interpretar el arte y la ciencia de la política, encaminada al bien común y el inequívoco respeto de los deberes ciudadanos, como funciones públicas dentro del orden y la juridicidad, con un absoluto apoyo a la causa de la libertad humana.
Sea necesario, señalar igualmente, que esos cargos son de carácter electivo, lo que hace preciso compatibilizar, que la máxima fuente de su legitimidad está determinada por el sufragio, lo que la máxima fuente de su legitimidad está determinada por el sufragio, lo que asigna una máxima representatividad a esa función de gobierno, que se engendra en la soberana entraña de la voluntad popular. Esa convivencia histórica al amparo común de grandes ideales humanos le dan una noción unificada de patria, en el inequívoco entendido: es en el espíritu donde la patria se integra y se realiza.
Aquilatado en los vínculos flexibles y constantes de las relaciones humanas, está convencido, sin embargo, que ser útil a la tolerancia y responsable a la libertad, son cualidades indispensables en el orden político de cada nación. Como hombre de estado, representativo de estos nuevos tiempos, se ha formado en las más puras fuentes de la mejor tradición venezolana, portadora de su idiosincrasia, usos y costumbres y su legado jurídico. En capacidad y con ilustración completa para conducir la marcha del pueblo hacia la unidad y solidaridad nacional, donde ha atesorado buenos y entrañables logros de abundante cosecha y vive dispuesto a emprender ese combate, indispensable y necesario, entre el institucionalismo y el personalismo arrogante y autocrático, para que triunfe y perviva la institucionalidad democrática.
Para el país de hoy y sus asimétricas vicisitudes, Henrique Capriles Randonski es una figura solvente, un hombre tallado en compromiso y responsabilidad, un fornido conductor de la voluntad de 6.500.000 sufragantes de este proceso electoral, que pusieron en él su fe y su confianza, seguros de que será fiel y leal a ese indisoluble compromiso. Es un hombre que sabe actuar a la medida de su capacidad y a la altura de su responsabilidad. En la reciente campaña electoral, secundamos como columnista de opinión, seguimos y comentamos su ardua y constructiva gestión, la meta de sus propuestas y su compromiso inexcusable con Venezuela y su porvenir. Ahora, le expresamos nuestra solidaridad y compañía, en este avasallante compromiso de entregarse al servicio permanente de Venezuela, sus instituciones y su gente. Dios ayude y bendiga a quien como él, vive y valora por esta causa noble y justa, para bienestar colectivo. Sic itur ad astra, Henrique! (más arriba, hacia los astros Henrique).
#opinión: Henrique el gallardo por: Francisco Cañizález Verde
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