Queridos hermanos, nuestro sagrado y amado salvador “Jesús”, antes de partir no sólo nos consoló con sus pal abras, también nos animo haciéndonos saber que después de El vendría otro en su nombre, quien nos guiaría (Jn14, 26) y moraría en nosotros por siempre “Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”(Mt28,20) Nuestro Dios cumple sus promesas, y quienes confiamos en EL no estamos solos, pues su Espíritu santo nos da sabiduría para conducirnos y nos fortalece ante cualquier combate, tiempo o circunstancia, basta con desearlo y llamarle, y el vendrá con su santo y poderoso auxilio. Pero ¿Como podremos afrontar o vencer lo que nos hace temer? pues por me dio de la Fe ya nos hacemos salvos (Ef. 2:8-9)., y en el nombre de Jesús podremos sobrellevar nuestras cruces y vencer el mal que nos rodea o que se atraviesa a nuestro andar, como reza en filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”; y si revisamos en Mr 11,22, el Señor nos dice: “Todo es posible para el que cree” Por ello el buen cristiano que siempre espera en Dios y le obedece, debe permanecer con una actitud de confianza plena en El, viviendo en la alegría de que el Dios dueño y soberano de todo lo visible e invisible, acoge sus oraciones y sus aclamaciones con amor; mas aun, sabiendo que al entregarlas en manos de la gloriosa escucha “la rosa eterna de los cielos” y del amado, nuestra madre Maria, la esperanza es mayor.
Nuestro Dios tiene palabras que nos exhortan a ser valientes “Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a donde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho. Yo haré todo lo que ustedes me pidan. De ese modo haré que la gente vea, a través de mí, el poder que tiene Dios el Padre. Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Y yo le pediré a Dios el Padre que les envíe al Espíritu Santo, para que siempre los ayude y siempre esté con ustedes”. (Jn14,12-20) Hermanos, tenemos un Dios triunfante, victorioso y muy poderoso, pero tristemente muchos no le conocen, otros no lo saben y subestiman su santo auxilio, no lo buscan no le llaman y el siempre con su tierno rostro sobre nosotros nos esta esperando. Les invito pues en el nombre de mi Señor Jesús, a seguirle y a profesar juntos nuestras fe como el salmista “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es mi fortaleza, ¿quién me hará temblar?”(Sal 26). A orar juntos los unos por los otros como nos lo señalan las santas escrituras (Stg 5,16), como nos los sugiere nuestro maestro “Si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo en oración, mi Padre que esta en el cielo se lo dará. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ello” (Mt 18,19) Para recibir de las manos del mismo Dios todas aquellas bendiciones que necesitamos en nuestras vidas, para seguir adelante con animo, coraje y templanza.
