Un leñador tenía muchos árboles por derribar y su trabajo al principio era muy rápido, rendía muy bien en su empreño, pero conforme trascurrían los días se fue volviendo lento a tal grado que, hacer su labor le costaba el triple de esfuerzo y tiempo. Al observarlo, un campesino le hizo notar que su hacha había perdido el filo, a lo que le leñador contestó: «Hay tanto trabajo, no me puedo detener, no tengo tiempo para afilarla».
Basándome en la historia podría asegurar, que casi en todas las áreas de nuestra vida malgastamos el tiempo por el simple hecho de no dedicarnos algunos minutos a pensar cuál es la razón por la que lo desperdiciamos. Por este motivo la mayoría de las personas ejecutan sus metas sin una planificación previa, situación que probablemente lleve a sus sueños a un estancamiento o a un fracaso garantizado. Planificar es la capacidad de traer el futuro al presente. Es un elemento indispensable para garantizar buenos resultados en la vida. En cualquier compañía, La planificación es un punto vital para garantizar el crecimiento de la organización, tanto a nivel general como también individual, es por ello que debemos dedicarle una parte importante de nuestro tiempo a pensar qué, cómo y para qué deseo lograr algunas metas.
Cuando el éxito se convierte en un enemigo
Sin embargo, cuando tenemos cierto éxito en nuestras empresas o proyectos, es más difícil reconocer el papel de la planificación y avaluación, ya que, el orgullo puede nublar nuestros sentidos y llevarnos a caminos peligrosos, en los cuales entramos en una búsqueda indisciplinada para obtener más, y como probablemente vamos en ascenso es difícil reconocer los riesgos y peligros a los que nos exponemos, algo que nos vuelve completamente vulnerables a la caída. Como lo dice Socrátes: “El orgullo engendra al tirano. El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos, remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males, del que no hay posibilidad de salir.”
El orgullo fortalece nuestra negación, algo que nos hace ver mejor, aunque vayamos en picada. El orgullo nos consuela cuando cometemos estupideces, pero no nos libra de las consecuencias de estás. El orgullo debilita nuestro carácter y un carácter debilitado nos hace meternos en muchos problemas, pero el orgullo es quien nos mantiene en ellos y de no ser tratado conduce a mayores fracasos.
Es mejor prevenir que reparar
Muchas veces estamos conscientes de que no utilizamos eficientemente el tiempo, sin embargo no hacemos nada por mejorarlo. Las estadísticas nos dicen que desperdiciamos un promedio de dieciocho a veinticinco horas por semana. Eso significa que perdemos cerca de mil horas al año, y en un promedio de treinta años de trabajo desperdiciamos como treinta mil horas de nuestra vida. Si a eso le añades, la cantidad de personas que no aben perder su tiempo solas y van a ser una amenaza para aquellos que desean trabajar.
El desperdicio del tiempo en gran manera, se aprecia cuando uno no logra los resultados que desea y cuando dice que no tiene horas suficientes para hacer las cosas. No hay mayor derroche y despilfarro que el malgastar el tiempo que se nos asigna en la vida, no hay algo tan caro como el tiempo. Pero no olvide que todo el mundo tiene la misma cantidad de horas: veinticuatro al día. El tiempo de la materia de la cual esta hecha la vida, se te acabará el tiempo antes que el dinero y cualquiera de tus posesiones. Por ello no cale la pena desperdiciarlo, debemos afilar nuestras vidas y recalibrarlas después de un periodo de trabajo, ello nos permite aprovechar al máximo nuestras habilidades y perfeccionar nuestro carácter. El tiempo que te ahorras en planificar, lo malgastarás multiplicado en reparar, y lo peor es que muchas veces no se subsanará del todo tu error.
El valor del tiempo que tomamos para evaluar
El sabio Salomón en cuanto al tiempo nos enseña: «Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: Un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar» (Eclesiastés 3: 1-2) El tiempo que pasamos en reflexión y meditación de los valores basados en principios, es una economía de nuestra horas. Quien malgasta el tiempo, será malgastado por éste.
Hay un punto importante que debemos tomar en cuenta cuando hablamos de alcanzar metas, y este es el saber diferenciar entre lo urgente, lo importante y lo vital. Cuando uno tiene la capacidad de saber lo que es urgente lo que es importante y lo que es vital no malgasta su tiempo y se pueden establecer prioridades. Lo urgente es algo que no se puede posponer; hay que hacerlo ya, lo importante es algo que hay que hacer; pero que se puede esperar quizás hasta mañana para hacerlo. No es un caso de vida o muerte. Lo vital es algo que usted tiene que hacer ahora porque está relacionado con su meta, su objetivo. Entre las cosas vitales, están la planificación y evaluación, estás nos conducen a mejorar y prevenir aquello que tiene el potencial de destruirnos.
Que bueno es aprovechar nuestra facultad de pensar, crear y razonar; pero también la de oír a otros y prepararse para los peligros. No permita que el éxito y la vulnerabilidad al orgullo lo atrapen en la arrogancia y esta le haga sordo a las advertencias, convirtiéndose en un buscador indisciplinado para obtener más. Tomar tiempo para descubrir tu misión y visión en la vida es un tiempo aprovechado, así mismo, tomar tiempo para oír a otros y ser evaluado por ellos, te ahorrará muchos caminos no deseados y desvíos en la vida.Permita que la planificación y la evaluación le traigan el futuro al presente. ESFUERZATE y HAZLO
Esfuérzate y Hazlo: Cuando el hacha pierde su filo
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