#Opinión: Las manos de Dios Por: Crisanto Gregorio Leon

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No carecen de significado las situaciones experimentadas y vividas. De todo queda un aprendizaje. Las cosas no suceden al azar. Indisolublemente tienen un por qué.

Es difícil aceptar los propósitos intangibles o incomprensibles, en la faena del diario acontecer; sea cual fuere el trabajo o el oficio desempeñado. Los roles son infinitos. Nuestra comprensión pocas veces alcanza satisfacer las expectativas que se espera de nosotros. En ocasiones por no comprenderlas y en otras por desconocerlas.

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Se entretejen los destinos como una superautopista o un gigantesco distribuidor vial e inadvertimos el proyecto de Dios. Cada cual tiene una tarea y es colocado en la función específica para asumir con o sin su conciencia  un proyecto en el engranaje de la vida. Unos lo acatan con entereza sin descubrirlo, otros se encabritan y hay quienes tienen conciencia de ser la mano de Dios y se deleitan en cumplirlo para cuando les corresponda ver su rostro.

Para muchos, la vida es vacuidad; pocos meditan sobre la suerte y la abundancia, la salud, la alegría y la tristeza. Como un diploma en el que se invierten largos años, paro luego no desempeñar la profesión. La vida es una carrera donde se obtiene un certificado de cuyas experiencias y desempeños nos harán sentir orgullosos, vanidosos o serenos de conciencia  para  cruzar un portal con un semblante sonriente.

Nos moldeamos o nos dejamos moldear. Rechazamos la tarea del destino o cabalgamos sobre él.  Negamos la existencia del destino o forjamos el que deseamos, sin percibir que ya está marcada alguna asignación especial del hacedor del universo.

El entramado de la vida, cosa difícil de entender; doloroso parto aceptar los reveses; estéril sollozo ante lo inevitable; radiante gesto ante lo posible y gustoso alborozo remediarlos.

Somos la creación de Dios y Él se hace presente entre nosotros con sus actos por nuestras manos. Constituimos los instrumentos para cumplir los designios del altísimo.

Afortunados o desgraciados; unos son la posibilidad de los otros; la simbiosis hace el equilibrio o intenta lograrlo.

Encontramos o pedimos, buscamos o rogamos; nos vienen sin esfuerzo o sudamos para hallarlos. Cada quien desde sus talentos o desde sus miserias, ignora al Señor de los cielos o eleva una ofrenda por su suerte o su destino.

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