Rostros de la Violencia: “No puedo dormir ni comer por los recuerdos de mi hijo muerto”

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Desde que le mataron a su hijo Ismer José Vargas Abarca, de 27 años de edad, en octubre de 2009, Ana Mercedes Abarca de Jiménez, poco come y tiene que tomar fármacos para poder conciliar el sueño, porque desde la pérdida pasa las noches en vela.
Desde aquel sábado cuando lo hallaron a la orilla de la vía en el sector Potrerito, a pocos metros de su casa con un disparo en el cuello y otro en la frente, nada ha sido fácil para la familia. El hermano menor del joven que sufría de equizofrenia, Yor Yin Pacheco, duró dos meses sin aceptar que el hermano y amigo con quien se crió había muerto. Yor Yin tiene 21 años de edad, pero emocionalmente cuenta con 5, porque es un niño especial.
“Ellos siempre estaban juntos jugaban, discutían y se contentaban”. Cuenta que el niño siempre preguntaba por Ismer. Salía hasta la puerta de la casa y se asomaba a ver si lo veía de regreso. Todo el día se le iba en eso. Así pasó dos meses hasta que Ana Mercedes, la madre, decidió una mañana vestirlo y llevarlo a la tumba para que se diera cuenta que Ismer no volvería más al hogar.
Cuando Yor Yin vio que su hermano estaba sepultado y se dio cuenta que ya no tendría con quien jugar, discutir como hermanos y contentarse con una sonrisa cómplice, se desmayó y quedó en coma por cinco meses.
El dolor para Ana Mercedes era doble: hacía menos de dos meses había perdido un hijo en manos de la violencia y ahora el otro estaba inconsciente por el dolor que le causaba el hecho de que el compañero de su vida ya no estuviera más con él, llenándolo de atención, amor y haciéndole sentir que se trataba de alguien especial.
La mujer recorrió, desesperada, varios centros médicos para ver si podían devolverle al menor de sus hijos. Hasta que una neurólogo diagnosticó que su hijo tenía la mente bloqueada luego de haber entrado en shock por algún hecho que lo impresionó grandemente. La especialista le ordenó un tratamiento para que volviera en sí. La mujer se lo dio al pie de la letra y a los cinco meses el joven despertó. “Fueron muchas noches que pasé en vela, por un lado la tristeza de que me le arrancaron la vida a Ismer y por el otro el tormento de que Yor Yin no volviera a despertar”.
Yor Yin despertó pero el calvario de tristeza para Ana Mercedes siguió. En las noches no podía dormir; recordaba las travesuras del muchacho asesinado. Piensa que la casa sin sus bromas no era igual. Desde entonces Ana Mercedes comenzó a desvelarse en las noches porque cuando todo queda oscuro y en silencio los recuerdos y los pensamientos la invaden. Cuando logra conciliar el sueño por algunos minutos despierta desesperada soñando con el joven. Se sienta en la cama y no para de llorar. Después de ese momento no vuelve a dormir. A veces se levanta, camina por la casa. Mira por los rincones de la vivienda y le parece que en cada rincón lo ve. “La sala, cocina, el comedor todo está lleno de recuerdos de él. En el amanecer, cuando cantan los gallos, me pongo mal porque él adoraba a esos animales. Él fue quien los crió a todos, les echaba el maíz… cómo no recordar eso si era su vida. En las mañanas, cuando se pone a cocinar, dice que siente mucha tristeza, en particular porque observa vacía la silla de Ismer. En esos momentos la tristeza vuelve a apoderase de ella y rompe a llorar. “No me provoca comer ni dormir, por eso tuve que ir al doctor y me mandaron unas pastillas”.
“Desde que Ismer murió la alegría se apagó. Él siempre estaba haciendo bromas, cuando yo salía le cocinaba a su hermano, estaba pendiente de él, de su comida, del medicamento y de todos sus sobrinos. Era un ser excepcional a pesar de su condición”.
Ana Mercedes dice que los medicamentos no le hacen mucho, a pesar de consumirlas se sigue desvelando. “Me recomendaron que fuera al Gómez López, pero una de mis hijas que trabaja allá me dijo que no, porque eso es muy fuerte. Este tormento que me ha tocado vivir es duro y aún no se hace justicia”.
Pero la justicia parece evadir a la familia Vargas Abarca. Ana Mercedes dice que a horas del crimen los funcionarios de la policía científica iniciaron las investigaciones y había mucha celeridad, pero con el pasar del tiempo “el caso se fue durmiendo”.
Una fuente del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas informó que en el caso hubo un testigo que declaró que a Ismer supuestamente lo mataron dentro de una vivienda cerca de su casa y que dos hombres lo sacaron en una carretilla y lo tiraron frente a la casa en la orilla de la vía. “Hubo una persona que vino voluntariamente a declarar sobre ese crimen. Aseguraba que él había visto cuando sacaron el cadáver y hasta nos reveló de quiénes se trataba, pero después se retractó y por eso no pudimos hacer nada, pues el declarante dijo que se había confundido, que él no había visto nada”.
Se conoció que a raíz de esa declaración funcionarios del Cicpc, allanaron la vivienda, pero no hallaron nada porque al parecer ya había pasado mucho tiempo. Mientras el testigo dice un día que vio todo y sabe quiénes son los asesinos y luego se retracta al siguiente día, Ana Mercedes sigue sin dormir, pensando en la manera en que la vida le arrancó a su hijo. Su único aliado son los calmantes, las medicinas para dormir, el salir a la calle y refugiarse en Dios en la Iglesia Altagracia, donde cada día le pide a su padre celestial que le dé fuerzas para poder vivir sabiendo que Ismer no volverá a alegrar sus vidas como lo hizo durante 27 años.

Justicia
“Pedimos a las autoridades que se haga justicia que se siga con la investigación. Este crimen no puede quedar impune”, comentó Ana Mercedes Abarca, madre de Ismer Vargas.
La mujer dijo que envió una carta a la fiscal superior Luisa Ortega Díaz, pero la investigación sigue estancada. “Fuimos a las instancias superiores pero no hemos obtenido respuesta. Se trataba de un muchacho sano que no tenía problemas con nadie, deben hacer justicia, él era un muchacho que padecía de equizofrenia, hasta estuvo internado en el Gómez López por ese problema”.

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Lo hallaron con dos disparos
Ismer José Vargas Abarca, de 27 años, salió la mañana del viernes 2 de octubre del 2009 de su casa en el sector Proterito de El Cercado, parroquia Santa Rosa al este de Barquisimeto.
Le dio un beso a la madre y le dijo que iba al barrio La Feria donde vendería un perico (loro) y después iría a que sus familiares que viven en la zona. “El siempre iba para el barrio La Feria a visitar la familia porque nosotros éramos de allá y luego nos mudamos para acá”.
Ismer estuvo jugando al dominó y tomándose unos tragos hasta las 10:00 de la noche. A esa hora agarró para su casa. “El conductor de rapidito que lo trajo, nos comentó que lo dejó en la capilla a eso de las 10:00 de la noche, que estaba muy borracho, pero él nunca llegó a la casa”, dijo Ana Mercede.
Los familiares estaban desesperados porque no lo conseguían. “Salimos a la calle a buscarlo. Mi hijo Douglas Pacheco salió antes con su esposa y lo hallaron frente a una casa donde venden licores. El estaba limpiecito, no se le veía sangre, la ropa que llevaba estaba pulcra”.
“Mi hijo lo movió porque pensaba que estaba durmiendo, pero la esposa le dijo que no había nada que hacer; lamentablemente ya estaba muerto”.
Ana dice que su nuera agarró un palo y le movió la gorra que llevaba y le vieron los dos impactos de bala, una en el cuello y otra en la frente.

Fotos: Dedwison Álvarez

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