Pensar en lo que debe hacerse después del 7 de octubre, gane Chávez o Capriles, es una obligación, si se tiene una visión de Estado. Hasta ahora, el debate ha girado en torno a las políticas que han creado un sistema seguridad social para los sectores pobres, las llamadas misiones. Al respecto, ya se conoce la posición de los candidatos y las polémicas que se han suscitado.
Al lado de las misiones, la otra gran política que está sobre el tapete es la integración suramericana, expresada en Unasur y Mercosur. Ambos candidatos anuncian que continuarán en ese sendero. Sin embargo, es muy poco lo que han dicho durante la campaña. Henrique Capriles se ha limitado a señalamientos generales. No se sabe hasta qué punto la MUD está comprometida ni qué ritmo le imprimiría.
Por su parte, Chávez, uno de los principales promotores de la integración, tampoco ha presentado un diseño con las medidas que deben tomarse para asumir un desafío de tal envergadura, que obliga a cambios profundos que bien pudieran ser el eje principal de su proyecto para los próximos años: reformas administrativas y financieras, transformación del sistema de aduanas, aumento de la competitividad de nuestra producción, adecuación de la cancillería, etc.
El ingreso al Mercosur traza un nuevo horizonte a la nación de magnitudes que todavía no imaginamos. Es una nueva etapa en la vida del país, que va a generar, en los próximos lustros, un nuevo espacio, una suerte de nueva nación suramericana. El Mercosur es, en parte, una integración aduanera y comercial, pero tiene la potencialidad de convertirse en un amplio espacio de desarrollo económico, con un vasto tejido industrial y comercial. El Mercosur viene a completar la arquitectura que se ha logrado con la creación de Unasur y del Consejo de Seguridad de los países del sur del continente, como parte de la reafirmación latinoamericana. En una década, se podrá observar la mutación geopolítica que representa.
Se establecen las coordenadas para un proyecto nacional que, al fijar al mercado como una de sus variables, requiere tanto del sector público como del privado. Pero además, el hecho no se limita a lo económico, sino que dará lugar a cambios en la geografía política, en los desplazamientos demográficos, en los intercambios de lenguas, artes, medios de comunicación, investigación científica, encuentro de formas de pensar, todo lo cual tiene una gran potencialidad. Un verdadero encuentro de mundos y un descubrimiento humano de gran envergadura.
Este tipo de acontecimientos históricos, llenos de desafíos y retos, son capaces de generar una gran fuerza espiritual, un gran entusiasmo y, sobre todo, esperanzas en el porvenir. Al mismo tiempo, en lo político, se abre una nueva oportunidad para el diálogo del Gobierno con los profesionales y el sector productivo, porque toda etapa naciente tiene la peculiaridad de facilitar que los viejos atascos puedan ser abordados desde otro ángulo. ¿Por qué, siendo el Mercosur un asunto tan importante, los candidatos guardan silencio sobre este tema en la campaña?
#Opinión: Mercosur y el 7-O Por: Leopoldo Puchi
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