La voluntad mayoritaria del pueblo venezolano se pondrá a prueba el domingo 7 de octubre próximo entre dos candidaturas presidenciales: la continuista del Presidente Chávez y la unitaria democrática de Henrique Capriles Radonski; un joven cuarentón que viene de un riguroso proceso escalafonario: Presidente de la Cámara de Diputados, Alcalde de Baruta y Gobernador del estado Miranda. Su exitosa experiencia gubernamental le da puntos suficientes para aspirar la Presidencia de la República. Ahora se ha enfrentado inteligentemente a un sinnúmero de contratiempos, obstáculos y desventajas, dada la amenazante situación del aprovechamiento indebido por parte del contrario, de los enormes recursos públicos, que no son suyos, pero los aprovecha, sin importar que se caiga con ello en la corrupción, con su ley actualmente violada y burlada en forma reiterada con casos concretos que en este momento no vale la pena citar.
A pesar de lo señalado anteriormente el planteado cambio democrático del 7 de octubre puede darse, siempre y cuando se den pasos y requerimientos como los siguientes, bajo la obligante responsabilidad de liderazgo y la diligencia nacional, regional, municipal y local de la Unidad en toda Venezuela:
•Que la población electoral mayoritaria no permita que el miedo ni la resignación puedan influir de manera determinante en su soberana decisión de votar por quien libre y conscientemente crea la mejor opción para la democracia venezolana y todos sus beneficios, especialmente para los más necesitados.
•Que se dé la máxima concurrencia electoral posible y que, consiguientemente, la abstención tenga una mínima expresión. El candidato continuista tiene interés en lo contrario, y estimula de varias maneras la abstención.
•Que en general y de modo especial en todos los servidores públicos y en la gente beneficiada con las misiones gubernamentales se tenga el profundo convencimiento de que el voto es verdaderamente secreto y que, en consecuencia, absolutamente nadie podrá informarse de cómo votó cada quien. El oficialismo siembra en esto el obligante agradecimiento y deja correr sus amenazas, aunque sabe que ni lo uno ni lo otro tiene fundamento para hacer cambiar la conducta electoral.
•Que en la mayoritaria población electoral exista de verdad la convicción del cambio necesario, en aras del desarrollo democrático de la Venezuela futura, con resultados, beneficios e inclusión para todos y superando más aún lo alcanzado en el curso de estos años en el caso de los más necesitados.
•Que se mantenga la requerida vigilia sobre el CNE, en toda su actuación política y técnica, con la consideración y el respeto debidos a la institución.
Vayamos, pues, todos a votar, conscientes de nuestra responsabilidad en este momento histórico, cuando se juega el destino de la democracia venezolana.
#Opinión: ¡A votar y a ganar! Por: Adelso González Urdaneta
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