La gran Misión A Toda Vida Venezuela ha sido un fracaso en la reducción de la inseguridad, afirmó el sociólogo y director del Observatorio Venezolano de la Violencia, Roberto Briceño León.
Atribuyó este hecho a su concepción como una medida pre-electoral, y a la visión política que determina la aplicación de todos los planes públicos en materia de seguridad ciudadana.
«Uno no puede reseñar ningún cambio o impacto importante en las condiciones de seguridad. Una política pública de seguridad como la Misión a Toda Vida Venezuela tiene que medirse por sus resultados, y lamentablemente no tenemos ninguna indicación de que hayan disminuído los robos, los secuestros ni los homicidios; tampoco de que haya aumentado el sentido de la ley y de protección de las personas», manifestó el especialista en declaraciones a Unión Radio.
El investigador dedicado a estudiar el fenómeno de la violencia en Venezuela identificó como un indicador de la situación de inseguridad el incremento de los asesinatos de funcionarios policiales, cuyo caso emblemático es la reciente muerte del secretario general del Cicpc, comisario Ramón Maldonado.
«Lo asaltan en su casa y lo asesinan vilmente delante de su familia, y la sensación que queda para el resto de los ciudadanos es, si esto le sucede a los policías (en Caracas ya van 80 y más de 170 en todo el país) ¿que queda para el resto de los venezolanos, que no tienen protección ni ninguna esperanza de hacer justicia?», manifestó Briceño.
Signo político
Por otro lado, Briceño León reconoció que lo planteado en la misión gubernamental puede tener buenas intenciones; sin embargo, considera que éstas no se han concretado en acciones reales más allá de las expresiones políticas.
«Hubo una idea, unas frases bonitas, pero realmente a todos nos pareció ser un acto electoral, un aparentar que se esta haciendo algo en medio de una campaña electoral, pero sin una verdadera acción real de apoyo a los policías para que actúen y protejan a los ciudadanos, una acción real gracias a la cual las personas puedan sentir efectivamente que hay un gobierno que los cuida», expresó Briceño.
Aquí también se conjugan las contradicciones existentes entre el discurso contenido en el programa gubernamental y el verbo de la más alta figura del poder institucional, puesto de manifiesto cuando el mismo día del lanzamiento el presidente de la República «calificó a los jefes de las policías (de oposición) como criminales, y no dijo ni una palabra de fuerza similar aplicada a los secuestradores, homicidas y delincuentes».
«Frente a esto, uno sólo puede pensar que aquí no hay una verdadera intención (…) Lo que se esta buscando es una meta política para preservar el poder, y no aumentar la seguridad de los venezolanos», subrayó el sociólogo.
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