Desde hace años, los científicos saben que, ante la duda, el cerebro humano tiende a ser optimista. Ignoramos las advertencias sobre el peligro de mandar mensajes de texto mientras conducimos, circulamos sin cinturón de seguridad sin valorar el peligro en caso de accidentes, cerramos los ojos a las estadísticas que sugieren que nuestros hábitos alimentarios nos matan, y tendemos a creer que todo tendrá un final feliz para nosotros aunque las circunstancias parezcan indicar lo contrario, y que las desgracias solo les suceden a los demás.
Un grupo de neurocientíficos británicos ha demostrado por primera vez que desactivar ciertas áreas cerebrales mediante pulsos magnéticos puede hacer desaparecer estas tendencias optimistas. Los resultados de su trabajo se publican en la revista PNAS.
En concreto, existen dos zonas del cerebro, conocidas como circunvolución frontal inferior derecha e izquierda, que controlan, al menos parcialmente, los sentimientos de optimismo y pesimismo. El giro frontal izquierdo procesa la información con un sesgo positivo, mientras que el lado derecho mira lo que ocurre y lo que puede legar a ocurrir en el futuro «con malos ojos». Sin embargo, el lado izquierdo actúa con mucha más eficacia, lo que explica que hagamos oídos sordos a las malas noticias.
Tali Sharot y sus colegas del Instituto de Neurología del University College de Londres decidieron averiguar qué ocurriría si se desconectaban las “neuronas optimistas” del cerebro humano. Tras usar estimulación magnética para adormecer la circunvolución frontal inferior izquierda de una serie de voluntarios, se les mostró una lista de sucesos negativos para que valoraran qué probabilidad existía de que les ocurrieran, con y sin datos reales de la incidencia para un individuo promedio. Así se comprobó como sujetos que habían sido sometidos al experimento y tenían desactivado el optimismo tendían a ser más lógicos cuando se les mostraban los datos y a percibir menos su propio mundo de “color de rosa” que las personas con todo el cerebro activo.
¿Pero a qué se debe esta tendencia? Según los investigadores, es probable que la predisposición al optimismo sea una estrategia evolutiva para pasar por alto los peligros los que nos enfrentamos y estar más dispuestos a explorar nuevos entornos, lo que aumenta las posibilidades de que nuestra especie sobreviva.
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