El presidente Hugo Chávez busca perpetuarse en el poder en una Venezuela menos desigual que la que encontró en 1999, pero que sigue teniendo grandes retos por delante, como los altos índices de violencia o el déficit de viviendas, pese a los millonarios programas sociales financiados con crudo.
Todo lo que ocurre en Venezuela tiene que ver con su naturaleza petrolera, y Chávez no es una excepción: llegó al poder cuando el país estaba sumido en una grave crisis originada dos décadas antes por una abrupta caída del precio del barril, y si lleva casi 14 años al mando es en parte porque con los crecientes ingresos del crudo ha podido financiar sus millonarias ayudas a los pobres.
«Chávez le ha dado a Venezuela una cosa incuantificable: puso a la sociedad a gravitar alrededor del que era, es y será el gran tema de América Latina: la desigualdad», explica a la AFP Alberto Barrera Tyszka, autor -junto a Cristina Marcano- de la biografía «Hugo Chávez sin uniforme».
«Ha hecho una repartición más equitativa y democrática de la renta petrolera y le ha dado una conciencia a los excluidos de su protagonismo en la sociedad», agrega este periodista y escritor, a pocos días de las elecciones del 7 de octubre.
El mandatario, de 58 años y favorito en la mayoría de encuestas para gobernar seis años más, se jacta a menudo de haber traído justicia social a un país gobernado por «un grupito muy rico» que «condenaba a la mayoría a la pobreza y a la miseria» y donde «las madres llegaron a comprar ‘Perrarina’ -comida barata de perros- para alimentar a sus hijos».
Varios indicadores confirman el avance social en estos casi 14 años de gobierno socialista: según la CEPAL, la pobreza, que en 1999 rondaba el 47% de la población, había caído en 2010 a 27,8%, y la pobreza extrema pasó de 21,7 a 10,7%. Cayó también el analfabetismo, del 9,1 al 4,9% en 2011, así como el desempleo y la tasa de ocupación informal.
Misiones
Cuando Chávez llegó al poder de este país que alberga las mayores reservas mundiales de petróleo, el barril estaba a 17 dólares y desde entonces ha ido escalando hasta llegar a más de 120 dólares, lo que le supuso un ingreso petrolero sin precedentes que le permitió financiar millonarios programas sociales de vivienda, alimentación, salud, pensiones o educación.
Para la historiadora Margarita López Maya, el hecho de que algunos indicadores hayan mejorado no significa que el chavismo haya aprovechado como debió «las magnitudes inconmensurables de dinero de la bonanza petrolera»: sigue faltando educación de calidad y oportunidades de empleo en esta economía rentista que depende casi exclusivamente del crudo.
«Las medidas sociales, que han tenido un impacto político, no terminan de atacar los problemas estructurales sino que están pensadas como políticas de emergencia», explica a AFP.
Como ejemplo, pone el Mercal, programa de distribución de alimentos en un país sin apenas producción agraria, o la Gran Misión Vivienda, el plan de construcción de casas subsidiadas que el mandatario lanzó a finales de 2010 para paliar el déficit de tres millones de viviendas tras unas devastadoras lluvias.
«Cualquier urbanista o experto en viviendas sabe que así no se resuelve el problema de vivienda en ninguna parte del mundo. Las casas están hechas con premura, algunos edificios no tienen estacionamiento o están en zonas sin servicios. Es una misión especialmente dirigida a ganar elecciones», concluye.
«El problema de las revoluciones es que tarde o temprano el principal objetivo es mantenerse en el poder», coincide Barrera, muy crítico con el hecho de que estos programas sociales -que Chávez impulsó en 2003, después de un fracasado golpe de estado en su contra y aconsejado por el entonces presidente cubano y gran aliado, Fidel Castro-, «no puedan ser auditados», pues están financiados por un fondo paralelo al presupuesto del gobierno.
Violencia
Por otro lado, el mayor problema para los venezolanos, la violencia, no ha dejado de crecer en los últimos años. Según datos difundidos por el mismo gobierno, en 2011 la cifra de homicidios fue de 50 por cada 100.000 habitantes. En cambio, conforme el Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana de Caracas, ese año se registraron unos 19.000 homicidios, lo que situaría la tasa en 67 casos por cada 100.000 habitantes.
Para López Maya este fenómeno, que convierte a Venezuela en uno de los países más violentos del mundo, se debe a varios factores: la «descomposición social que la polarización política exacerba», la impunidad de los autores de los homicidios -el 90% de ellos no se castigan-, el problema de la droga o la falta de expectativas de los jóvenes en una economía rentista que no fomenta el desarrollo productivo.
Según Barrera, la relación de los venezolanos con la violencia no es nueva, pero ha ido creciendo con el chavismo, debido en parte a la «beligerancia del discurso» oficial que impera desde 1999.
«Además, en Venezuela hay entre 9 y 15 millones de armas. Este país necesita desarmarse», advierte.