Tendido en la orilla de la avenida Florencio Jiménez, frente al cementerio nuevo del oeste quedó el cuerpo de Henri Galíndez, de 37 años de edad.
Varios hombres le dispararon, aparentemente para robarlo, cuando esperaba un carro por puesto para ir a su casa en la Villa Crepuscular.
En la acera, a pocos metros de donde yacía el cadáver, quedó una bolsa de comida que le llevaba a su familia: la esposa y tres hijos menores de edad.
El hombre vestía franela blanca, jeans y zapatos deportivos negros con blanco, marca Nike.
Al lugar comenzaron a llegar los curiosos de la zona.
Algunos dijeron que el crimen ocurrió a las 7:30 de la noche, cuando escucharon varias detonaciones. Comentaron que no pudieron ver mucho porque ya había anochecido y que en ese punto los azotes siempre interceptan a las personas para robarlas.
Entre los presentes estaba un joven que lo conocía. No quiso revelar su nombre por temor a represalias. Recordó que lo había visto media hora antes en un club cercano, donde le ofreció una cerveza, pero le dijo que no, porque tenía que ir a comprar algunos alimentos para luego reunirse en su casa con la mujer y los hijos. “Es terrible. Hace poco estaba conversando con él y ahora lo veo aquí muerto. No quiso tomarse un trago conmigo porque quería ver a la familia. Había trabajado todo el día en Cerritos Blancos”.
El conocido dijo que Henri se ganaba la vida vendiendo ropa. “Él compraba ropa y la vendía fiada, era un hombre muy trabajador y educado. Es una lástima que haya muerto de esta manera”.
Al sitio llegó un grupo de personas desesperadas por ver de quién se trataba. Un joven que llegó primero levantó la sábana y lo vio. “Hermano qué broma, sí es su compadre, sí es”, le dijo a un hombre que al escucharlo entró en shock.
Desesperado el compadre corrió por el medio de la calle y un grupo de familiares tuvo que ir detrás de él y tomarlo por los brazos para que no se le atravesara a los carros.
Cuando lograron tranquilizarlo se sentó en la acera, cerca del cuerpo. Se lamentaba en voz baja. Su mirada estaba perdida como fuera de la realidad. Uniformados de la policía del estado Lara y de la Guardia Nacional acordonaron el lugar hasta que llegaron al sitio los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas, quienes le observaron múltiples heridas de bala. Lo recogieron y lo llevaron a la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda. Henri fue una de tres personas asesinadas durante la tarde noche de este domingo en el estado Lara.
Fotos: Daniel Arrieta