#Opinión: El Túnel Por: Rafael García Hernández

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Las veces que viajaba con mis hijos siendo aún niños por alguna de nuestras autopistas y debíamos atravesar a la luz del día, algún túnel, les animaba a iniciar una cuenta regresiva poco antes de empezar el recorrido del camino que perforaba el cerro, procurando que la cuenta finalizara a la entrada:  8-7-6… hasta cero como si se tratare de despegue de un cohete al espacio sideral.
Sus pequeños corazones latían aceleradamente, se rompía por breve lapso el tedio del recorrido donde forzosamente se silenciaba  el equipo de sonido del auto, por el bloqueo de las ondas hertzianas, y la tensión emocional se reflejaba en sus ingenuos rostros infantiles, sobre todo si la penumbra y oscuridad reinaban en la travesía. El mismo procedimiento se repetía a la salida, con la diferencia de que una vez fuera  se vislumbraba nuevamente la claridad natural y cesaba la tensión y el breve suspenso.
Esto como divertimento transitorio era grato y hasta deseable y risible, pero atravesar un túnel durante catorce años de nuestra existencia, donde la tensión producto de la inseguridad es cada día mas atosigante, donde la oscuridad en los razonamientos amenaza con diluir los principios que tradicionalmente han constituido nuestro comportamiento como ciudadanos venezolanos, donde la mentira, el engaño y el abuso de derecho, constituyen el proceder del principal ejecutor del gobierno atizado con un  discurso violento, procaz y descalificador que retumba como un desagradable y ensordecedor eco en la profundidad de un abismo y envenena los corazones de las clases más necesitadas con oferta de dádivas y pírricas donaciones, con el deliberado propósito de dividir y por ende reinar sin importar el daño que se le ocasiona a la patria; donde  la exclusión priva como sistema y la inclusión se condiciona al uso de una franela roja, ello desde todo punto de vista, es inaceptable e Imperdonable.
La historia habrá de confirmar en su debido tiempo, lo nefasto y dañino que ha representado el actual sistema de gobierno. En el ámbito social, por la división que habrá dejado sembrada en los venezolanos
y cuyas heridas tardarán  años en restañar. En lo económico por la inmensa deuda contraída que quedará como herencia para las futuras generaciones, unido al despilfarro de  miles de millones de dineros en proyectos fracasados, sumas que jamás habrán de ser recuperadas, en detrimento de nuestro progreso como país.
Es inconcebible que se pretenda entonces alargar ese horrendo túnel por seis años más. Pero de esto ha tomado clara determinación la inmensa  mayoría  de los venezolanos conscientes y a quienes le duele en la piel  y en el corazón la suerte y el futuro destino de la patria, para la cual desean lo mejor. La cuenta regresiva se achica en el tiempo acelerando la inevitable caída del actual equipo de gobierno. Tal afirmación  se constata a diario en el furor y la aclamación con la cual es recibido en todos los pueblos y ciudades del
país, el candidato que habrá de defenestrar, Dios mediante, al actual mandatario. El candidato que ofrece, entre otras, paz, democracia, seguridad y empleo para todos los venezolanos, sin exclusión alguna,
en contraposición de la ya insoportable oferta del candidato saliente, de alargar el oscuro túnel de su mandato por seis años más bajo anuncios de guerra, socialismo y más muertes que  continúen ensangrentando  los barrios y colmando de pena a las familias venezolanas.
Al final de ese tenebroso y ya insoportable túnel
chavísta se abre para bien de todos un ancho y esplendoroso camino sembrado con flores de esperanza por un mejor futuro, camino que ha desandado incansablemente el  joven candidato opositor, cuyas pisadas
anuncian el final de uno de los períodos de gobierno más negativos de nuestra historia  contemporánea, y el comienzo de un nuevo donde habrá de imperar la legalidad por encima de la arbitrariedad, la probidad
sobre la corrupción y la vida sobre la muerte, y finalmente- palabras mías-  donde la libertad no conozca el miedo y el futuro se anuncie con fe, como en un credo.

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