Las amenazas y presiones contra empleados públicos, contratistas y contratados, maestros o enfermeras y contra personas que reciben algún tipo de ayudas o beneficios del Estado, son un lamentable “pan nuestro de cada día” en la Venezuela de hoy. Todos lo sabemos. Compatriotas a los que se humilla y atropella obligándolos a ponerse franelas rojas, asistir a marchas donde no desea estar, firmar “compromisos”, donar días de salario a quien no quiere apoyar. Compatriotas a los que se les condiciona un empleo o la permanencia en el mismo a que “aplauda al comandante”. Es indignante. Denigra de la dignidad de estos venezolanos.
Ahora bien, lo que nunca ha podido hacer este régimen militarista-reaccionario, porque revolucionario no es, es castigar al ciudadano que cuando llega en solitario a la máquina de votación, les niega el voto y apoya a quien en realidad le simpatiza. Nunca pudieron despedir o tomar represalias contra los cientos de miles de empleados públicos, trabajadores de empresas del Estado que votaron por la Unidad en las elecciones parlamentarias o en las de gobernador y alcaldes. ¡Ni siquiera pudieron castigar a los que votaron en las primarias!
Nunca pudieron concretar sus amenazas de despido ¡porque nunca han podido saber por quién vota cada quien! La única vez que lo pudieron hacer fue cuando la muy fascista lista Chávez-Tascón, pero eso fue por las firmas y no por los votos. Por eso mismo, desesperadamente, intentaron ponerle las manos a los cuadernos de las primarias, porque las maquinas sólo cuentan votos. No distingue entre los electores que votaron por una u otra opción.
Las amenazas siempre han venido acompañadas de cobas como las del “satélite chino que te vigila desde el espacio”, o tonterías como que “vamos a ver tu huella” al pulsar el voto. “Vamos a saber por quien votas”, dicen para atemorizar pero jamás han podido saberlo. Ni con Captahuellas ni con Satélites. Todos conocemos cualquier cantidad de empleados que votan por la Unidad aunque deban ir obligados a mítines rojitos. Nunca los han descubierto. El régimen no tiene como descubrirlos. Las amenazas se basan en sembrar miedo. Han cometido atropellos y despidos porque ven a personas haciendo propaganda o en actividades de la Alternativa Democrática, pero jamás porque descubran el voto.
Recientemente gente de Pdvsa me contó que “ahora elaboran listas de empleados”, obligando a supervisores a hacer ese desagradable papel. Podrán chequear cuantos de esas listas han ido a votar y los contabilizaran como votos a su favor en los “exit polls” oficialistas, pero en la vida real, cientos de miles, millones, de los que están en esas listas habrán votado por el cambio, por Capriles, para ponerle fin a esa vida de humillación, amenazas y temores. Y nunca sabrán quienes ni cuantos fueron. Además el 8 de octubre amanecemos con nuevo Presidente electo y ya las represalias comenzarán a desaparecer. Para complemento, los calificados técnicos de la Unidad Democrática ante el CNE han hecho todas las auditorías a las máquinas de votación. No hay relación posible entre captahuellas y máquinas: todo es aleatorio.
Un último detalle. Esta vez son cientos, quizás miles, los supervisores que ya presentan excusas a las personas que deben incluir en listas. Saben que es falso que se pueda revelar el secreto del voto y saben que habrá cambio el 7- O. Más aun, en Corpoelec, Pdvsa, y demás dependencias del gobierno nacional, cientos de empleados han encontrado las maneras de burlar el “plantón” que significa permanecer horas y horas en los fastidiosos actos del candidato del continuismo. Se sienten los vientos de cambio. El miedo y el ventajismo serán derrotados el 7-O. Escríbanlo.