Ni el ventajismo oficial ni la demagogia presidencial lograrán bloquear la conciencia de los venezolanos
Cuando escribo este paraninfo estamos llegando a la recta final del proceso electoral. Escasos días nos separan del 7 de octubre. Ya la campaña llega a su fin, ahora solo nos queda reflexionar. Han sido unos meses de agite electoral. Un candidato lleno de juventud, alegre, recorriendo todos los rincones de la patria. Llevando un mensaje de unión, de esperanza y fe en el futuro. Oyendo más que hablando. El otro candidato aquejado por dolencias graves que le hacen incierto el provenir, pero usando todos los recursos del Estado. Insultando, amenazando, comprando conciencias, prometiendo las mismas promesa de hace catorce años. Inaugurando mentiras. Vendiendo falacias. Hablando sin hacer. Guerra sucia y guerra de encuestas. Repartiendo miedo por doquier.
No creo que sea un lugar común decir que en estas elecciones nos estamos jugando el destino de la República. No es que se pueda acabar el mundo, el país, a partir del 7 de octubre, pero sí estamos seguros de que a partir de esa fecha todo cambiará. Si gana el candidato del gobierno tendremos un país que definitivamente transitará el llamado socialismo del siglo XXI, profundizando la revolución castro comunista. Y todo ello con las consecuencias que ya conocidas. No hay engaño en esto. El mismo “comandante en jefe” así lo ha señalado. Hay a quienes esto les gusta, y a otros nos aterra. Si gana el candidato de la oposición democrática el país cambiará igualmente hacia una situación de democracia real, de respeto a la Constitución y las leyes, de independencia de poderes, de tolerancia, de libertades individuales. Y eso nos gusta a muchos y a otros no tanto.
El 7 de octubre, con el ejercicio del voto, tendremos solo dos caminos a transitar. Uno que nos lleva al socialismo, eufemismo de comunismo, y el otro que nos conduciría al sistema democrático que se practica en la inmensa mayoría de los países del mundo, en especial de occidente. En el primer camino sabemos, por experiencia, que es un camino que nos conduciría a la conculcación de la iniciativa individual, a la pérdida de la propiedad privada y de los valores más arraigados de nuestra sociedad. A una situación de repartición de la escases, del hambre. A la miseria de muchos y a la riqueza de pocos. A la veneración al caudillo, al culto a la personalidad. Al militarismo. A más cuarteles y menos escuelas. A más fusiles y menos libros. Un solo partido, una sola doctrina. El otro camino, el que nos señala el candidato de la democracia, nos conduciría a un país con porvenir, de esperanzas, con posibilidades de ascender en la escala socio-económica, de mejorar la calidad de nuestras vidas. De educar a nuestros hijos según nuestros pareceres. De muchas y diversas opiniones. De posibilidad de alternabilidad en el poder. De más escuelas que cuarteles y más libros que fusiles. Seguro que con muchos problemas pero con más posibilidades de solucionarlos. Un camino perfectible al andar.
En resumen creemos que no es un acto electoral cualquiera. Sin temor a equivocarnos el 7 de octubre esta en juego el porvenir de varias generaciones de venezolanos. Es demasiado lo que esta en juego. Los que creen en el teniente coronel felón y votarán por él deben entender que con ese voto estarán profundizando el proceso, la economía del trueque, el uso de los ingresos petroleros para llevar la revolución por América Latina, el afianzamiento del militarismo, la cubanización del país, un solo partido y un solo y permanente jefe. Los que pierdan el miedo y voten a conciencia por el candidato de la unidad democrática estaremos votando por un país con un sistema democrático perfectible, donde gobierno y oposición se puedan entender y se toleren. Un país sin odios ni rencores. Sin discriminaciones políticas. Donde se pueda invertir, trabajar, vivir, estudiar, viajar, hablar, transitar sin miedos y con un futuro no tan impredecible. No valen pues, a estas alturas, excusas de ningún tipo para no ir a votar y saber a que atenernos. Que Dios nos agarre confesados.
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