#opinión: Lecturas de Papel – El beneficio de la Duda por: Juan Guerrero

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Todas las mañanas mi esposa me pregunta por quién votaré en estas elecciones presidenciales. Mi respuesta, hasta ahora, ha sido la misma: -Esperemos al 20 de septiembre y te respondo. -Por qué, me riposta. -Es que los venezolanos siempre dejamos para última hora las decisiones más apremiantes, le respondo. Y en mi caso, porque espero conocer mejor las propuestas de ambos candidatos. Ella dice estar clara y votará por el candidato opositor.

Independientemente de la decisión que tome sé que los cambios en nuestro país serán lentos, a contracorriente y en parte, insuficientes. Eso lo sé por saber que la verdadera transformación está en las mentes, en primer término, de los políticos de este país y no en las grandes mayorías de ciudadanos eternamente olvidados por los gobiernos, sean democráticos o dictatoriales.
No es verdad que en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, por comentar la última bota militarista, se encontraba la población nacional en mejores condiciones socioeconómicas ni menos políticas. Para quienes tengan aún alguna duda, les recomiendo el documental del cineasta-historiador, Carlos Oteyza Tiempos de dictadura. Los índices de pobreza, subalimentación y educación eran muy bajos y contrastaban con las monumentales edificaciones y la aparente modernidad que se apreciaba en carreteras y edificaciones.
Después la apertura democrática aceleró ese olvido hasta aparecer en los índices y registros de instituciones honorables, como Fundacredesa, la dramática realidad de una población que aceleró su proceso de empobrecimiento hasta niveles escandalosos. Se habla de cerca del 80% de pobreza y del 48% de pobreza absoluta, en la década de 1980-1990.
Este panorama, grosso modo, conformó un descontento que se generalizó hasta hacerse cuerpo en un personaje que nucleó esa insatisfacción y protagonizó la más notable y aplastante derrota a un sistema de gobierno despótico, pícaro y corrupto, que de demócrata solo le quedaba el nombre.
Para noviembre de 1998 escribí un artículo Un asalto al cielo (en http://papelesagua.blogspot.com/2012/09/un-asalto-al-cielo.html), donde argumentaba la necesidad de un cambio en la dirección del gobierno del Estado. Indicaba que, aunque no apoyaba al candidato opositor Hugo Chávez Frías, este representaba la esperanza de millones de venezolanos hartos de tanto maltrato y menosprecio durante 50 años de gobiernos caracterizados por una hegemonía política donde era imposible realizar cambios y mejoras para los más desposeídos. Esa población, mayoritaria, aparecía registrada en los bajos índices, por ejemplo, de alimentación, empleo, procesos de lectura y escritura, que situaban al país como uno de los más atrasados en Latinoamérica. Lo pude apreciar mientras realizaba mi investigación de maestría en escuelas públicas del estado Bolívar, donde los índices de lecturabilidad eran de los más bajos en países en vías de industrialización.
Todo ese maltrato a la población con menos posibilidades socioeconómicas y alimentarias venía complementado con una franca y planificada embestida represiva de los cuerpos de seguridad del Estado (Disip-Dim).
La esperanza de millones de venezolanos fue puesta en la figura de ese militar quien se atrevió a retar a un gobierno con sus dirigentes cansados, engorilados de poder y en franco proceso de deterioro moral y ético. Así las cosas han pasado cerca de 14 años y de esa esperanza queda apenas la tímida apertura de un rostro de un desconocido ciudadano que ha sido usado para perpetuar aún más la miseria y el abandono por igual, de niños, ancianos, indígenas, entre los más despreciados y olvidados.
Nada, absolutamente nada justifica que continúe ese abandono de más de 50 años sobre la población venezolana. Ya es imposible seguirle creyendo a un continuador de las políticas de miseria y corrupción instalado en el país en el pasado y que siguen en el presente. Es inadmisible seguir pensando que un continuador de las políticas de expoliación a los ciudadanos siga gobernando usando estrategias demagógicas de humanismo, socialismo y apertura democrática. Es cínico, inmoral y corrupto este presidente lo mismo que los últimos 5 gobernantes que lo antecedieron.
Es falso que haya existido algún cambio en la actitud del Estado con respecto a la atención del ciudadano. La existencia de un aparato represor, como lo fue la siniestra Seguridad Nacional (SN) en la época de Pérez Jiménez, siguió intacta en los gobiernos democráticos, solo que cambió de nombre para llamarse Digepol y después Disip. Ahora le dicen Dibise. Solo por mencionar un aspecto de las miles de semejanzas con un gobierno dictatorial, militarista y autoritario.
No creo que una sustitución de presidente, por sí mismo, cambie la actitud del Estado represor y corrupto frente al ciudadano. Es siempre un largo, tortuoso y difícil camino de educación, trabajo y participación solidaria, entre el Estado y los ciudadanos, la garantía primera y última que nos hará realmente libres y aptos para vivir y convivir en una sociedad democrática.
(*) [email protected] / @camilodeasis

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