Quienes se graduaron de arquitectos entre los años 60 y los 80 pudieron disfrutar de una cómoda base teórica para trabajar: el estilo moderno dominaba indiscutido y era relativamente fácil actuar conforme a sus premisas. Esto significaba que en los proyectos predominaba el concreto armado, las superficies planas, los ángulos rectos, ninguna decoración, las plantas libres, etc. El Resultado de esta manera de entender la arquitectura se materializaba, para decirlo de modo simple, en bloques de líneas rectas combinados de diferentes maneras, bloques que el público y los críticos aceptaban sin mayor cuestionamiento.
Como profesionales actuábamos en sintonía con lo que predominantemente ocurría en el resto del mundo: las revistas, los libros, los viajes y alguna beca en el exterior nos confirmaban en esa manera de entender y hacer la arquitectura. Prácticamente para todo, el bloque y sus variantes era nuestro lenguaje formal, nuestra tarjeta de presentación profesional aceptada en todas partes. La arquitectura moderna fue tan exitosa que a la vuelta de unas decenas de años las ciudades del mundo se llenaron de bloques.
Por supuesto, ya sabíamos que desde los años 60 algunos críticos estaban planteando que era necesario actuar de un modo diferente y mostraban algunas obras hechas con otros conceptos, pero le dábamos poca importancia a esos cambios. Esto fue así hasta que, ya entrados los 90, la internet nos catapultó al mundo global y pudimos ver cuan extensos y variados eran los cambios que estaban ocurriendo. De pronto nos enteramos que el mundo se había poblado de distintas tendencias, algunas profundamente diferenciadas del modo tradicional de hacer arquitectura
Una de esas tendencias, muy prometedora y cada vez más firme, es la de la arquitectura ecológicamente sustentable, de bajo consumo de materiales, de energía y suelo. Estudios, propuestas y obras de esta arquitectura sustentable están surgiendo por todas partes y con diferentes grados de éxito. Nuestros antiguos cursos de paisajismo, basados en la idea de que el verde era un decorado que se agrega a una obra, en razón de la crisis ambiental, se transformaron en una variable fundamental del proyecto.
Tenemos también la llamada arquitectura postmoderna, una arquitectura que sorprende por su forma no convencional, sin lógica aparente, sin ángulos rectos, que a veces da la impresión de estar a punto de desplomarse. En ellas abunda el desequilibrio formal, los colores contrastantes y la total negación de que la forma sea la respuesta directa a un concienzudo análisis funcional. Estas obras suelen presentar formas retorcidas, sorprendentemente atractivas, jocosas y siempre novedosas. Las obras posmodernas, por sus formas inusualmente complejas, son imposibles de proyectar y calcular sin recurrir a los más avanzados sistemas de graficación digital en 3D. En ellas es de rigor el uso de materiales como el titanio, el acero inoxidable, policarbonatos y vidrios no solo súper resistentes, sino sensibles a la luz y capaces de proteger el interior del asoleamiento excesivo o generar calor y electricidad. Por supuesto, esta arquitectura no es económica, es propia de países ricos, en el tope de su desarrollo y que ya han cubierto sus necesidades básicas. Sus funciones atienden a necesidades simbólicas y culturales: un museo, el pabellón en alguna feria internacional, un centro cultural, una biblioteca, una sala de conferencias y, a veces, también un nuevo símbolo político nacional.
Una tendencia que a mi juicio no tiene mucho futuro –aceptando que en esto del futuro nadie puede asegurar nada- es la de hacer edificios cada vez más altos, un tema que es más de mucha ingeniería y poca arquitectura, visto que el problema fundamental es que las estructuras y materiales están llegando al límite físico y de seguridad. Y también lo hacen los costos hasta el punto que la torre por ahora mas alta, el Burj Khalifa, de 828 mts., en Dubai, es un fracaso económico que casi quiebra el país. Me pregunto si la decisión de construir tan alto obedece a alguna lógica distinta a la de la soberbia y la ostentación.
En la practica, trabajar según los criterios de la arquitectura moderna seguirá siendo una formula profesional valida para millones de profesionales en el mundo entero. El modo de construir que comenzó en Chicago a fines del siglo 19 y que se universalizó después de la segunda guerra mundial ha demostrado una y otra vez su capacidad para resolver los problemas propios de la modernidad. Pero habrá que incorporarle muchas cosas nuevas: el estilo moderno seguirá evolucionando hasta fundirse con las nuevas formas de trabajar.
#opinion: La Ciudad como Tema de una a Muchas Arquitecturas por: Claudio Beuvrin
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