Liliana Carias antes confiaba en que el presidente Hugo Chávez le cambiaría la vida. Pero ya no.
Por años ha vivido en una casa humilde sin agua corriente, y tras votar por Chávez en las tres últimas elecciones, esta madre soltera de cuatro hijos dice que ya se cansó de esperar.
Ella estaba entre las miles de personas que gritaron su apoyo al candidato opositor en la barriada pobre de Petare, que antes era un baluarte seguro para Chávez. Sostenía una carta escrita a mano dirigida a «Mi futuro presidente Henrique Capriles», expresando preocupación porque su salario como cajera de supermercado no le alcanza y por la posibilidad de que su casero la eche a la calle.
«Necesitamos cambio», dijo Carias a medida que pasaba la bulliciosa caravana de Capriles. «Yo creí que con Chávez venía el cambio pero estoy muy desilusionada. Nos prometía de todo pero nada ha cambiado. No tengo agua, desagües ni electricidad».
Desde madres solteras a trabajadores de construcción, algunos venezolanos que antes apoyaban a Chávez están desilusionados con el gobernante y ahora respaldan a Capriles, y se han convertido en un electorado clave con miras a las elecciones del 7 de octubre.
Las encuestas no especifican la cantidad de chavistas desilusionados, pero entre ellos parece haber desde obreros hasta gente de clase media. Las encuestas revelan además la ansiedad de los votantes por los temas económicos, una inflación que asciende a 18% y un índice de asesinatos que se ubica entre los peores del mundo.
A pesar del enorme gasto en programas sociales del gobierno, perduran problemas crónicos, como la escasez de vivienda. Las paupérrimas barriadas que rodean los centros urbanos han crecido bajo Chávez, y la construcción de viviendas nuevas no alcanza para satisfacer a la enorme demanda, por lo que mucha gente como Carias termina esperando años por un apartamento.
Ahora Chávez ha aumentado el gasto público en la construcción de viviendas y en los subsidios a los pobres. Pero algunos se quejan de que los programas no les llegan y que ya no pueden creer en las promesas del gobierno.
Según una encuesta difundida esta semana por la empresa Datnálisis, Chávez mantiene una ventaja de 10 puntos sobre Capriles. Pero el 49% que manifestó intenciones de votar a favor de Chávez es mucho menor que el 63% que votó por él en las elecciones del 2006, y Capriles recientemente ha estado reduciendo la brecha. La encuesta además indica que el 11% no expresó inclinación alguna.
Analistas dicen que si hay gran concurrencia a las urnas de ex chavistas desilusionados, ello podría darle la ventaja al opositor.
«Estos votos son determinantes porque sin esos votos sería imposible que Capriles ganara. Si estuviéramos igual a hace 6 años estaría 26 puntos en contra, lo que haría el escenario de triunfo de la oposición completamente inválido, no existiría ninguna posibilidad real. Pero este no es el caso», dijo Luis Vicente León, presidente de Datanálisis.
Chávez ganó la presidencia por primera vez en 1998 con promesas de acabar con los partidos políticos corruptos y ayudar a los pobres.
Ello ayudó a Chávez, un ex soldado golpista de raíces humildes, a dominar el escenario político en la primera década de los 2000 mientras la economía iba en auge y los precios del petróleo se disparaban. Chávez ha seguido gozando de gran popularidad gracias a los programas sociales como mercados populares, clínicas administradas por médicos cubanos y subsidios para familias pobres.
Según cifras oficiales, la cantidad de venezolanos que viven en pobreza disminuyó más entre el 2004 y el 2007, pero luego no varió mucho, mientras que la oposición ha tenido mejor desempeño en las elecciones durante los últimos años. Por ejemplo, en las elecciones legislativas del 2010, los partidos oficialistas retuvieron su mayoría de escaños pero el voto popular estuvo casi repartido por igual entre los sectores chavistas y antichavistas.
Los índices de apoyo a Chávez fueron disminuyendo a medida que la economía se estancaba, aunque se ha mantenido alrededor del 50% en el último año. En ese tiempo, Chávez ha tenido que batallar contra un cáncer y se ha visto retado por el primer candidato de la oposición seleccionado en unas primarias.
«Está claro es que no es el Chávez del 2006», dijo León, «su desempeño y evaluación no están a los mismos niveles. Si hay opción es por eso. Sin duda hay una migración. La pregunta es: ¿es suficiente o no?»
Chávez insiste en que una victoria de la oposición es imposible y que ganará «por nocaut», y hasta una vez se puso guantes de boxeo para ilustrar su discurso. En una conferencia de prensa, se rió de la posibilidad de que algún chavista se pueda pasar al otro bando.
«Para esos que dicen que hay un voto oculto o que los chavistas votarán contra Chávez, es una cosa así como que los marcianos están en el sol», bromeó el presidente.
Chávez también ha estado tratando de persuadir a gente de la clase media, que usualmente apoya a la oposición. En una tarde reciente, un pequeño grupo de chavistas se aglomeró en una esquina en una zona acaudalada de Caracas con carteles que decían «La clase media con Chávez».
Sin embargo, críticos de Chávez dicen que el presidente le está dando demasiada importancia a su legado internacional en lugar de atender necesidades básicas a nivel nacional, como la infraestructura o la seguridad.
La propuesta electoral de Chávez, que contiene programas para un próximo periodo presidencial de seis años, contiene ideales abstractos «preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana», tener «una nueva geopolítica internacional» y «continuar construyendo el socialismo Bolivariano del siglo XXI».
Capriles se ha burlado de estas frases, expresando ante seguidores: «íSalvar a la especie humana! … ¿Dónde está el planteamiento para la salud? ¿Dónde está aquí el planteamiento para la educación, para el empleo?»
La campaña de Capriles también ha sacado anuncios en los periódicos recordando a la gente de las promesas incumplidas del gobierno.
Ese tipo de mensaje cobra resonancia en lugares como Petare, una de las zonas marginales más grandes de Latinoamérica, donde la violencia y la falta de servicios básicos hacen de la vida un calvario diario. En el 2008, un candidato de la oposición le ganó a un allegado de Chávez en unas elecciones para una zona de Caracas, y desde entonces ha sido una zona disputada entre los dos bandos.
Durante el mitin de Capriles un reciente fin de semana, muchos seguidores portaban gorras de beisbol con los colores amarillo, azul y rojo de la bandera venezolana, al igual que lo hace Capriles. La multitud marchó frente a un pequeño grupo de chavistas en camisas rojas que gritaban «íChávez no se va!» y otras consignas. Hace unos años, los chavistas hubieran sido muchos más.
«Yo voté por él pero me arrepiento», dijo Rosina Dambrosio, una ama de casa en Petare. «El iba a modernizar Venezuela y a tener mano dura con el crimen. Y él hablaba tan lindo. Todavía habla bonito pero ya no le creo».
Dambrosio no se siente segura caminando en la calle de noche en su vecindad.
Su vecina Zoraida Berniquez dice que también tiene miedo. Recientemente ella tuvo que tirarse al suelo cuando escuchó disparos mientras caminaba por la zona.
Al igual que muchas personas, Berniquez critica a Chávez por su manejo de la riqueza petrolera del país, especialmente su generoso acuerdo con muchos países, entre ellos Cuba, para darles petróleo en condiciones preferenciales.
«Ahora se la pasa regalando nuestro petróleo», dijo Berniquez, de 65 años y quien ahora vende productos cosméticos para suplementar su pequeña pensión.
Otros chavistas desilusionados mencionan otras quejas: Que el presidente ha concentrado demasiado poder, que ha gobernado de manera autoritaria, que ha dividido al país.
«Este no es el país que quería para mis nietos. ¿Por qué tanto odio si todos somos venezolanos?», dijo Osiris Rojas, una secretaria de 56 años que asistía al mitin de Capriles. «Me siento engañada».
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