La escuela Hermanas Jiménez, una de las más antiguas y con mayor cantidad de alumnos de Duaca, no ha podido comenzar el año escolar de este año a causa de la falta de una estructura propia pues la que tenía fue demolida y por lo cual se observa, tardará tiempo en disponer de la nueva.
“Andamos desesperados, buscando espacios donde meter los 715 muchachos que conforman la matrícula porque los que hemos encontrado no son suficientes”, dice preocupada la profesora María Aponte, su directora.
Como se ha informado, la vieja estructura que servía de sede fue demolida el año pasado en vista de que las fallas que presentaba no permitían un normal funcionamiento.
“Ya tenemos espacios para los primeros, segundos y tercer grados, en el viejo matadero y en casas privadas, pero nos faltan los de cuarto, quinto y sexto, que son 240, y hasta ahora ni la Zona Educativa ni la alcaldía nos ha dado soluciones”, indica.
Aclara que sí les han ofrecido algunos espacios, pero muy lejos de la zona de Calle Nueva, por lo que los representantes no los han aceptado.
Baltazar Amaro, docente, señala que debido a esa problemática algunos padres o representantes han retirado a sus alumnos.
Agradecen profundamente la colaboración de la iglesia evangélica Canaán, donde ya funcionaron unos grados el año pasado y hasta les han ofrecido terreno para construir al menos dos salones más.
“Tenemos el terreno pero no tenemos los materiales para construirlos”, afirma.
La profesora María Aponte seguía este lunes “dando vueltas por la zona en busca de alguien que quiera colaborar con un espacio donde podamos meter aunque sea una parte de esos 240 alumnos”.
Pero la precupación es general en Duaca por la situación de la tradicional escuela, como lo testifica Alba Mendoza, docente del segundo grado.
Igualmente William Aranguren, de sexto grado, Roselín Bolívar y Emilio Mujica, del personal obrero, y Jean Carlos Castillo, representante. Este lunes parte del personal estaba dedicado al acondicionamiento del viejo matadero de ganado de Duaca para recibir, cuando se inicien las clases, a los alumnos de los segundos grados.
La precupación es justificada por cuanto, desde el año pasado, cuando se iniciaron los trabajos, apenas habían construido una loza o piso original, y son tres torres las que deben ser construidas.
“Al paso que van no terminarán nunca porque la empresa apenas tiene veinte obreros para levantar tres torres y no quieren contratar más, incluso, se comenta que van a despedir algunos de los que están trabajando”, dijo Castillo.
“Lo peor es que ni la Zona Educativa ni la alcaldía se han preocupado por esa obra tan necesaria y los dueños de la contratista hacen lo que quieren porque no hay autoridad alguna que les presione o les haga ver la necesidad de terminar la nueva escuela en el menor tiempo posible”, afirma Aranguren.
Se recuerda que el año escolar pasado terminó con el alumnado distribuido en diferentes locales, algunos lejos de Calle Nueva, facitados por sus dueños, pero de esos apenas quedaron el matadero viejo y la iglesia Canáan.
“A nosotros también nos precupa esta situación porque no tenemos bien claro dónde debemos trabajar, y los muchachos, igual que nosotros, andan del timbo al tambo”, manifestó Roselín Bolívar.
Baltazar Amaro cree que de continuar la lentitud en los trabajos habrá que convocar a todos los involucrados, docentes, obreros, administrativos, padres y representantes, para llevar a cabo acciones públicas de presión ante la inercia de las autoridades educativa frente a la contratista encargada de la construcción de la nueva sede educativa.
“Si es necesario manifestar para que se den cuenta de la situación que estamos viviendo lo haremos porque al paso lento como marchan los trabajos no tendremos nunca escuela nueva”, enfatizó Amaro mientras hacía una nueva visita, con varios colegas, al sitio donde se levanta la edificación.
También los alumnos de educación media están en un local prestado.
Fotos: Luis Salazar