Situación económica amerita cambio de rumbo

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Está demostrado que el aumento en los precios del petróleo no han servido para resolver los problemas de Venezuela.

No ha variado nada la situación denunciada por economistas en varias oportunidades en el curso de los últimos años, porque la capacidad productiva del país, petrolera y no petrolera, pública y privada, se mantiene deteriorada.

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El Estado, han dicho, está severamente desautorizado por la ineficiencia y la corrupción en un contexto de problemas sociales que se tornan cada vez más críticos.

Se ha venido planteando una rectificación para la reconstrucción socioeconómica, pero mediante un nuevo rumbo.

Sin embargo, el gobierno no está dispuesto a asumir la responsabilidad de sus errores y mucho menos de alejarse del modelo socialista rentista, claramente autoritario  y fuera de época. Aún más, persiste que de producirse la reelección del presidente Hugo Chávez se profundizará el  proyecto personal del mandatario a partir del próximo año.

Es hora, señalan, de aprender de los errores del pasado que han sido muy graves y tomar en cuenta lo que podría venir.

En este sentido plantean que la única forma de salir de esta situación es que haya una nueva visión que permita el crecimiento económico sostenido, con baja inflación, diversificación productiva y protección del medio ambiente.

De lograrse ese cambio aumentaría la efectividad de una política social y de generación de empleos.

Al respecto se debe buscar un mejor funcionamiento de los mercados, el reconocimiento a los derechos de propiedad, el acceso a la educación de calidad y la participación del Estado con instituciones reguladoras, estabilizadoras y  de seguridad social.

Igualmente consideran indispensable establecer reglas fiscales efectivas para proteger el ritmo de actividad económica  de la volatilidad de los precios del petróleo, tanto al alza como a la baja.

Tiene que haber cambios en la estructura productiva, que nos permitan no depender exclusivamente del petróleo y, por lo tanto, aplicar políticas destinadas a la industria, agricultura, minería y tecnológica en un ambiente de baja inflación.

La idea del gobierno de que la disponibilidad de crédito de los organismos financieros estatales con tasas de interés preferenciales fomentan nuevas iniciativas productivas, a pesar de prevalecer un ambiente de serias distorsiones económicas, constituye un errado sesgo en el uso de los recursos petroleros, que estimula actividades especulativas y fraudes al país.

De  ahí, sostienen, la importancia de bajar la inflación y alcanzar un régimen de cambio único estable, con libre convertibilidad, tal como existe en la mayoría de las economías emergentes del mundo.

Los expertos piensan que se debe aglutinar la base petrolera nacional con un plan de diversificación de la estructura económica de mediano y largo plazo y, desde luego, auspiciar el incremento de la productiva laboral tanto en las empresas públicas como privadas.

Es una tarea difícil, pero no imposible, apuestan. Esta será la forma del despegue económico.

Errores políticos y económicos

La  situación venezolana es consecuencia de errores políticos y económicos cometidos desde 1975, según el Dr. Orlando Ochoa,  economista y profesor de la Universidad Central de Venezuela y Universidad Católica Andrés Bello.

El proyecto La Gran Venezuela, de Carlos Andrés Pérez, ocasionó el endeudamiento fiscal, la inflación, la pérdida de la estabilidad cambiaria y el empobrecimiento.

En la década de los ochenta, los gobiernos  trataron de maquillar la situación y pasar el “problema grueso” de no hacer nada.

Y al acercarse la década de los noventa, el 27 de febrero de 1989, se intentó aplicar el plan neoliberal en algunos aspectos. El Caracazo constituyó una sacudida para toda la nación.

“Los países petroleros, como Venezuela, no hacen reformas tributarias, no buscan solucionar los problemas o resuelven algunos, y mantienen otros de fondo en el tiempo. Por eso se ha hablado de la maldición de los recursos naturales”.

El 4 de febrero de 1992 se produjo la intentona militar encabezada por Hugo Chávez y se producen los intentos de cambios políticos y económicos que tampoco tienen éxito, motivo por el cual en 1998, el  cabecilla del golpe frustrado se convierte en la esperanza de cambio, porque el fracaso social y económico de los años 80 y 90 había colapsado a los partidos políticos, los cuales ya no causaban expectativas para el cambio.

Chávez nunca fue sincero en expresar su pensamiento político, mucho menos en declararse al principio abrigar la ideología socialista marxista extrema, comenta el Dr. Ochoa. Por el contrario, se pronunció por una tercera vía y declaró que se mantendría en la trayectoria democrática; sin embargo, como después se sabría, ya mantenía lazos con dirigentes y grupos radicales de todo el mundo, que también financiaron su proyecto político. Había una dualidad; pero, dentro del apoyo que él tenía, había sectores moderados y otros radicales.

Se ha dicho que los medios de comunicación fueron culpables, en cierto modo, de haber despertado antipatías sobre los partidos políticos y haberle abierto el camino a Chávez.

Ciertamente hubo un debate duro y crítico contra las organizaciones partidistas, dice el Dr. Ochoa, pero dificulto que sin observar lo que pasó en términos sociales y económicos, se puede explicar el cambio de los venezolanos y la actitud política del electorado.

Venezuela tiene en esencia un fracaso económico, social y político fraguado en tres décadas. El petróleo tanto en el pasado como en el presente ha servido para sostener proyectos económicos fallidos: el de Carlos Andrés Pérez fue mal continuado por Luis Herrera Campins, pervertido por Jaime Lusinchi e intentado  corregir a medias por Pérez en su segundo período.

El proyecto de Chávez, intoxicado de petróleo, se corrompió más rápido de lo que pudo haberse corrompido la Cuarta República y recurrió al extremismo ideológico para tratar de justificar lo que el estalinismo, el leninismo y el maoísmo le dieron a la doctrina socialista: la justificación de un proyecto de poder absoluto en manos de los iluminados que lo entienden mejor que los demás; pero, la realidad nos indica que ha fracasado.

Desde hace ya cierto tiempo, como se demostró con las elecciones parlamentarias, el venezolano está cambiando respecto al proyecto de Chávez.

El dilema que se le ha presentado a la gente es si se va a tratar de usar el botín de los recursos petroleros para generar programas de gasto social que ilusionen a los pobres, mientras permiten un sistema precario y abusivo de manejo y aprovechamiento del Estado venezolano o si se van a corregir los errores acumulados desde 1975 a la fecha.

Mercado negro y corrupción

En Venezuela era previsible que el aumento del gasto público financiado por petróleo sin crear un fondo de reserva, llevaría a una situación fiscal comprometida, que al recurrir a un control de cambio, se generaba un tipo de cambio en el mercado negro y una corrupción por el tipo de cambio oficial y el paralelo. Ambas cosas generan inflación, la cual termina por afectar mucho más a los más pobres, a pesar de haber recibido ayudas, aliento y dignificación en el campo político.

No hay duda que Chávez tuvo un gran logro en transmitir emociones, tal vez por lo que él ha narrado en sus cadenas en torno al profundo resentimiento social; pero,  su proyecto económico ha sido un fracaso.

No ha habido en el mundo un cambio social verdadero que no tenga como sustento un cambio económico y éste es el resultado de decisiones políticas y, por lo tanto, son los cambios políticos los que generan los cambios económicos, que pueden transformar la sociedad para bien o para  mal. Y en el caso de Chávez ha sido para mal.

Los dos períodos

En este orden de ideas, el Dr. Ochoa considera que Chávez ha tenido dos períodos en el manejo económico, el primero de los cuales comprende desde 1999 hasta 2003, cuando mantiene por inercia la misma política de sus predecesores (Caldera, Lusinchi, Herrera) y el otro, a partir el 2004 cuando los precios del petróleo comienzan a subir sostenidamente.

Subraya que la cultura política venezolana del siglo pasado subestimó la economía, sencillamente, porque ésta se podía manejar con recursos petroleros y la clase política tenía muy baja cultura económica cuando llegaba a gobernar.

Hacían algo inaceptable -y en este aspecto hay que darle la razón a Chávez-: el mando económico se lo daban a empresarios amigos.

Sin embargo, cuando se produjo el aumento del endeudamiento, fueron permitidas las operaciones de bonos y de permuta de bonos que enriquecieron a banqueros y funcionarios oficiales.

Esto ocurrió con la toma de reserva del Banco Central de Venezuela, lo que es conocido por los economistas como financiamiento monetario del gasto público, que es debilitar el respaldo de la moneda.

Esta política del 2004 en adelante tenía el objetivo claro de consolidar un régimen político, ganar el referendo, la reelección y reformar la Constitución, así como lograr la reelección indefinida y consolidar la Asamblea Nacional.

Cuatro años después cuando el gobierno se da cuenta de la crisis económica mundial no tenía margen de maniobra, motivo por el cual se contrae la economía con restricción de los aportes a los programas sociales y el deterioro de éstos, reconocido por el propio jefe del Ejecutivo Nacional.

 

Los culpables del desastre

El Dr. Ochoa  señala que el economista Tobías Lóbrega, quien fue incorporado al gobierno después de ser sacado de la banca, promovió la instalación de un régimen de control de cambio, el cual es el cielo para el sector bancario, ya que permite hacer operaciones de triangulación y ganancias cambiarias.

El régimen que montó el mencionado exfuncionario fue continuado por otros asesores del Ejecutivo Nacional, unos con menor talento y mayor descaro, como Nelson Gerentes, Rodrigo Cabezas y Alí Rodríguez.

En el país ha habido un desastre económico y social con restricción de divisas, expropiaciones, caída de la producción, racionamiento del servicio eléctrico y otras calamidades.

Igualmente considera que Jorge Giordani ha sido uno de los ejecutores del desastre nacional, porque este funcionario es un fiel creyente en el marxismo leninismo y, según algunos economistas, es el monje que le habla  en la oreja al presidente de la República y lo ha puesto a leer el marxismo viejo.

Para el economista, Giordani ha cumplido el papel que muchos intelectuales jugaron en regímenes autoritarios: proveer de justificaciones, a pesar de que los hechos económicos los condenaran.

A sabiendas que el sector productivo ha colapsado y las empresas estatales son robadas por mafias cívico militares, que desvían sus productos  (aluminio, cemento, cabillas y otros rubros) para venderlos en los mercados internacionales y que, además son mal administrados. Lo  que interesa al jefe del Gobierno es  que sus colaboradores sean leales al proyecto ideológico, fracasado.

Chávez, quien se inició con un aparente proyecto de fuerte contenido moral, se ha venido convirtiendo en un gobernante sin instituciones ni restricciones, rodeado de adulantes y tolerante de los excesos de Merente, Rafael Ramírez y todos los que lo rodean.

 

 

 

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