Por la puerta del sol
“No hay pesar más desgraciado que la costumbre de quedarse callado” (W. James)
Disfrazar lo que se siente es cobardía; valor es decirlo tal cual se piensa.
Ningún tiempo ha sido más propicio que el de este momento en el que estamos para cambiar lo muy malo por lo muy bueno; fecha en que la puerta de la esperanza se abre hacia un nuevo camino, una nueva meta, un nuevo renacer. A la vez estamos siendo testigos de la agonía del tiempo del ave que llegó con el rumbo perdido, que aunque tuvo ocasión de recuperarlo nunca quiso hacerlo. Modelo al que le faltó humildad, que fue arrogante y ya no va, porque dijo una cosa e hizo otra; que engañó al pueblo y el pueblo no perdona. Es el que hoy se tuerce y desespera sin encontrar una salida entre sus atroces limbos.
Nada es más valioso que la reconquista de la libertad, la alegría, la unión, la paz, el respeto al derecho y la recuperación del territorio nacional. Vamos saliendo de este laberinto de miserias y condenas, con los ánimos de nuevo retemplados.
Allá fuera sin tregua se sigue agitando la violencia y el engaño; se siguen eludiendo responsabilidades, cuyos errores se achacan al contrario, no encontrando cómo explicar su terrible incapacidad después de catorce años en el gobierno, que nunca aclara nada, ni rinde cuentas; oscura manera a que acude, ocultando como el gato sus errores y sus culpas.
Aún pervive la incertidumbre amarga del inocente caminante que sale de su casa y no sabe si llegará a dormir al calor del hogar. Los espíritus van logrando desprenderse del falso oropel que les ofrecen todavía y los ilusionan con mentiras y promesas que la mayoría de las veces no cumplen, ni les llega y si llega es bajo condiciones de entrega total al régimen. Con el transcurso del tiempo y las evidencias al frente, el pueblo ha confirmado el terrible engaño al que ha sido sometido por años. Los odios sembrados dentro del corazón, no han surtido el efecto que esperaba el amo, odios que nunca podrán dar fruto en un país que piensa, siente, oye y ve. El hambre y las necesidades que prometían resolver, más bien han aumentado escandalosamente, hundiéndolos en la miseria y en la desesperanza, que se ha cansado de hacer cola por lo que nunca llega, ni llegará.
El velero se vislumbra a la distancia. Aunque el viento sople en contra, dirige el rumbo hacia su norte, conducido por la inteligencia de un capitán que a no dudarlo llevará a puerto seguro.
La esperanza del país está puesta en ti que día a día encaras con heroísmo y valentía cualquier trampa puesta en tu camino para impedir que seas el nuevo líder de este aporreado país.
Estamos seguros que los ingresos que recibe el país de sus riquezas, serán empleados en solucionar los grandes problemas de este pueblo, distribuyendo equitativamente sus riquezas, resolviendo así las necesidades y aspiraciones de la mejor manera. El mar de la felicidad prometida estará en manos del nuevo capitán, dentro de la frontera venezolana, no en mares de tiranos ni de aprovechados buitres.
No sabes de cansancios, tus fuerzas no se agotan, la fuente de tus ideas y entrevistas están cargadas de serenidad y de respeto. Tú has dado fuerza de nuevo a los sueños de un pueblo oprimido y cansado de tanta desidia y abandono; sabes extender la mano amiga, no mostrar el puño amenazante de la violencia. Nadie es más fuerte que la voluntad de Dios, ni más fuerte que la justicia verdadera, nadie ha podido detener su paso a las auroras como tampoco ha podido cerrar por mucho tiempo, el paso hacia la cumbre donde la eterna libertad fulgura.
Tus planes de educación contribuirán como nunca al fortalecimiento, rescate y desarrollo de la cultura e identidad nacional. Tienes claro como Bolívar que “Moral y luces son las primeras necesidades del país”. No bajes la guardia capitán. La igualdad y la libertad no se pueden olvidar en medio del quehacer y restablecimiento de tantas otras cosas. Ve siempre hacia adelante que atrás van quedando los que asustan. Acaba con la mentira, instituye la verdad, acaba con el odio, restituye la unión, la seguridad, la esperanza.
No queremos dádivas, ni que el alma nos corrompas. Queremos oportunidades de trabajo, tranquilidad y paz para vivir nuestra propia vida sin exigencias, ni chantajes.
Caminante: Has hecho el camino, antes eras una ilusión, hoy eres una certeza.