El Puente sobre el Lago de Maracaibo “General Rafael Urdaneta” alcanza
cinco décadas y los zulianos en general tenemos poco que festejar.
Aquellos que vieron crecer su estructura sobre las aguas del Lago durante
cuatro años y presenciaron la inauguración encabezada por el presidente
Rómulo Betancourt, difícilmente pueden comprender y mucho menos aceptar su
actual estado de abandono. La razón es muy clara y escrita está para la
historia: el puente fue víctima de este Gobierno centralista que le
arrebató a los zulianos su administración y cuido, para someterlo a la
desidia y la incompetencia que caracterizan las autocracias y el desapego.
Justo el viernes 24 de agosto, hace cincuenta años, transitaron por la
superficie del puente los primeros vehículos. Este “Coloso” que logró
resistir la embestida del ESSO Maracaibo contra sus pilas en 1964, hoy
lleva cuatro años librando una lucha injusta, perversa, contra la
arremetida del enemigo más acérrimo del progreso y el desarrollo: el
centralismo que sólo deja oscuridad y abandono a donde llega.
Recuperar este puente orgullo de todos los venezolanos es un reto para
nosotros los zulianos. Debemos volver a los días cuando era una vía
iluminada, con vigilancia permanente, auxilio para vehículos, ambulancias,
y durante las noches decenas de luces lo mostraban como un colorido tapiz
que junto al Relámpago del Catatumbo iluminaban el cielo del Zulia.
Queda lo risible, lo paradójico. Sin siquiera dar buenas cuentas con el
puente que está administrando, la autocracia centralista que nos gobierna
lleva años prometiendo un segundo puente sobre el mismo lago. Solo
maquetas, dibujos y millardos de bolívares perdidos…!!
Junto al actual estado actual del puente de Maracaibo, padecemos la
destrucción de la carretera Lara-Zulia, sufrimos los constantes apagones,
el lago se contamina y deteriora cada día más y vemos como puertos y
aeropuertos son utilizados descaradamente para el tráfico de drogas.
Situaciones todas que eran la excepción y no la regla cuando eran
regentados desde los estados.
Como ciudadano, padre de familia y como gobernador de nuestra entidad
federal, doy fe de como el sentimiento zuliano, esa manera propia de
convivencia que nos caracteriza en esta región venezolana, está sentido,
dolido, por estos hechos.
Sirva esta situación para que, políticamente hablando, reflexionemos sobre
lo que implican los nefastos efectos del centralismo y el próximo 7 de
octubre combatamos eso con un voto para el futuro sobre el pasado, para el
progreso sobre el atraso y para la inclusión sobre el sectarismo.