Planteamientos
Si usted era de los que creían que la violencia engendrada en una película era solamente ficción y que no tenía consecuencias para la vida real, entérese de cómo la explosividad puede ser inducida de manera calculada por motivaciones políticas y religiosas. Lo que ocurre con La Inocencia de los Musulmanes (Innocence of Muslims), es ilustrativo al respecto, con toda la trama tanto interna como externa que la rodea.
La cinta cuyo rodaje se inició en agosto de 2011, en Los Angeles, California, EEUU, según las versiones de las agencias de noticias, tuvo un costo de 5 millones de dólares, con la participación de 60 artistas, y fue producida y dirigida por Sam Bacile, seudónimo de Nakaoula Basseley Nakaoula, con una duración de dos horas. Su “premier” tuvo lugar en Vine Theatre, una sala de cine ubicada en pleno Hollywood Boulevard, ante una concurrencia de menos de 15 espectadores, publicitada bajo el título de Los Guerreros del Desierto, (Desert Warrors), el 30 de junio de este año. No obstante, con posterioridad, fue fragmentada y divulgada a través de You Tube y Twitter, con el nombre de La Inocencia de los Musulmanes.
Películas las hubo, incluyendo las de corte religioso, grabadas con un elevado costo y que no alcanzaron los dividendos esperados ni el éxito ni la audiencia que soñaron sus patrocinantes. En este caso, los efectos religiosos y políticos alcanzados estarían haciendo frotarse las manos a los creadores del proyecto fílmico. Se dice que partidarios de la Iglesia Copta, congregación cristiana que se deslindó de la Iglesia Ortodoxa en el 451 d.C, defiende la naturaleza humana pero no divina de Jesucristo y que ha logrado sobrevivir en plano mundo islámico pese a las persecuciones que ha sufrido, estaría detrás del financiamiento y la promoción.
El Director – Productor, declaró a The Wall Street Journal: “La película es política, no religiosa” y, además, fue enfático al afirmar que “el Islam es un cáncer”; mientras que Terry Jones, el pastor de Florida, recordado por la quema del Corán, en su Iglesia de Gainesville, en el 2010, al proyectar el video en cuestión, comentó que “revela en forma satírica la vida del profeta (Mahoma)” y “muestra la ideología destructiva del islamismo”.
Al darse al conocer la versión árabe en los países islámicos, la TV y los noticieros denunciaron el contenido por considerarlo ofensivo e irrespetuoso contra Mahoma, al presentarlo como mujeriego, homosexual, pedófilo, y sanguinario, la reacción no se hizo esperar y la espiral de protesta y violencia que se ha generado llegó a su climax con la muerte del embajador de EEUU en Libia, Christhoper Stevens, junto con otros tres funcionarios diplomáticos. El presidente Obama decidió el envío de dos buques de guerra e infantes de marina para garantizar la seguridad de los ciudadanos y bienes norteamericanos en la región.
El tablero de ajedrez internacional donde EEUU y otras potencias hegemónicas se disputan el poderío en el marco del impulso a la denominada “primavera árabe”, en nombre de la libertad y la democracia, revela que se ha desatado un grado de violencia tal, (efecto boomerang), asociado a un sentimiento islámico antiestadounidense, que hace recordar, por momentos las tesis de Samuel P. Huntington (El Choque de las Civilizaciones y la Reconfiguración del Orden Mundial, 1996), en cuanto a la importancia de la religión en el despliegue de la confrontación post guerra fría, alrededor del eje occidente- no occidente.
Más allá de lo noticioso o anecdótico alrededor del cine y de la violencia, ya sea porque aquel la exalte permanente o ésta fuese recreada en personajes y acciones bíblicos, en el trasfondo del caso parece operar el fundamentalismo propio de una diáspora religiosa representada por el número de Iglesias que en el mundo occidental y no occidental son creadas en nombre de Dios y soportadas en los diezmos de la fe y en dinero que los creyentes, para beneficio de muchos jerarcas eclesiásticos deben aportar. Amén del conflicto por razones de la realpolitik, que secularmente ha envuelto a dicha institución.