Con el maestro Edgar Sánchez se podría conversar por horas sobre infinidad de temas. Su hablar sosegado y amplio discurso descubre a un gran intelectual, pero sobre todo, a un hombre sencillo, a un ser humano agradecido con la vida y las oportunidades. Si bien, reside en Caracas; Aguada Grande, su tierra natal, palpita en su corazón con singular añoranza. Sánchez, Premio Nacional de Artes Visuales 1998, expresó sentirse muy agradecido por el reconocimiento que le otorga la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, UCLA, en tan importante aniversario. Destacó la loable labor de la institución y a su vez, el reconocimiento que le brinda Barquisimeto a sus creadores.
-¿Cómo se siente con este reconocimiento que le otorga la UCLA en su 50 aniversario?
-Siento que es un gran reconocimiento a la cultura, eso me satisface. Anteriormente, no se reconocía a este sector en la forma en que lo ha venido haciendo la UCLA. Este oficio ha sido mi vida a lo largo de toda mi existencia, desde que era un niño hasta el presente, siempre quise ser un pintor. Por ello, este reconocimiento es parte de ese proceso. Hay dos galardones que me honran, el Premio Nacional de Artes Visuales y ahora el Doctorado Honoris Causa de la UCLA. Ambas distinciones están al servicio de la cultura, y la cultura es un hecho primordial en la existencia humana, por ende, me enaltece.
-¿Cómo vive el día a día el maestro Edgar Sánchez?
-Soy una persona muy tranquila, un gran observador. Me acuesto tardísimo, entre la 1 y 2 de la mañana. Las horas de la noche son las que más aprovecho. De noche leo, trato de hacerlo todas las noches porque los pintores no tenemos tiempo para leer, pero hago lo posible por hacerlo… me apasiona la novela y conocer el mundo y la vida a través de los ojos de los escritores… me levanto tarde y me gusta salir en las mañanas. Luego de almorzar comienzo a trabajar, eso es un ritual. Trabajar para un artista significa estar en su taller y ese lugar es el reducto donde llegan todos los ecos, la vida se deposita allí y uno la siente para transformarla… el pintor necesita de esa cotidianidad como cualquier mortal, nada de estar en atalayas de cristal, hay que integrarse y sonreírle a la vida.
-¿Qué ha estado leyendo últimamente?
-Estoy leyendo a varios venezolanos, entre éstos, un libro de cuentos de Oscar Marcano que es muy bueno. También, leo mucho a los nuevos escritores españoles. Últimamente, he leído todo lo que ha publicado Carlos Ruiz Zafón.
-¿En cuanto a la música?
-Escucho música continuamente. Me encanta la ópera… las voces. Me aferré a Renata Tebaldi.
-¿Cómo es el mundo del pintor?
-Es el mundo de la percepción. Esa percepción opera cotidianamente. Por ello, hay que partir de la realidad para poder llegar a la gran obra, de lo contrario, no sucede. El lenguaje de la pintura es muy particular. No se trata de la acción directa sino de la síntesis, de las conclusiones, de las atmósferas y los climas que luego se traducen en líneas y colores.
-¿Qué significa para usted pintar?
-Pintar es un acto de profunda reflexión. Desde niño uno comienza a indagar. Luego en la adolescencia, esas investigaciones van teniendo otro sentido, hay preocupación por el lenguaje. La experiencia llega en la época adulta. En ese momento nos expresamos sin dificultad. Llegar a este nivel me ha permitido mantenerme activo, con una gran frescura frente a las cosas que puedo decir. Ahora veo las ideas con otras posibilidades y sobre todo sin prisa. En la adolescencia la prisa es imperiosa, luego decrece y se va a hechos esenciales. La esencia es el reducto de la experiencia.
-Por otra parte, ¿qué nos puede comentar sobre la evolución de su propuesta y cómo ha logrado innovar sin perder esa esencia?
-Eso ha sido un propósito, yo he sido un trabajador incansable. Desde muy pequeño yo quería pintar y a medida que iba teniendo conciencia de que lo que necesitaba era un lenguaje para expresarme, pasé por infinidad de etapas y en cada una de ellas he tratado de dar lo máximo, investigando, no sólo remitiéndome al hecho artesanal, ya que pintar implica una artesanía que debe concientizarse como un lenguaje. La investigación está muy vinculada a lo que quiere decir el artista. El hecho creativo tiene que decir, pero cómo decirlo es donde está el problema del artista. Ese cómo decirlo es lo que invita a indagar y profundizar. He sido incansable en mantener mis criterios en el campo de las artes visuales. Dentro de la figuración he abierto un campo de investigación amplio, sin desviarme de mi objetivo y bueno… me falta mucho todavía para lograrlo, siempre he sentido que estoy a la mitad del camino.
-¿Qué opinión le merece el panorama de las artes plásticas en Venezuela?
-El horizonte se ha ampliado. Hay muchas vías para emprender una carrera dentro de las artes. Cuando se amplía en una forma desmesurada, como en la actualidad, pueden aparecer facetas no muy bien comprendidas. Por ejemplo, se habla de modas. Me parece superficial hablar de una persona que va a emprender una acción tan elevada como lo es el hecho creativo y que se va a dejar seducir por un aspecto superficial y no por el sentido directo de lo que es el lenguaje en sí… para mí el lenguaje es importantísimo y el hecho de que se traten de emprender nuevas posibilidades dentro de nuevos lenguajes, que anteriormente ni se pensaba podían vincularse con alguna forma de expresión, es grandioso, nunca he puesto ningún tipo de objeción… no importan los medios, sino el resultado y en ese sentido se inscriben la mayoría de los jóvenes, quienes buscan promover un nuevo derrotero.
-¿Cree que las nuevas generaciones están aplicando el sentido de la investigación en sus propuestas?
-Sí y ese es el gran atractivo. No obstante, ese es un camino dificilísimo. Lo sorprendente de hoy día es que para que un joven se destaque cuesta muchísimo, más que en el pasado… el tiempo dirá quiénes se mantendrán y quiénes ofrecerán una solución propia… hoy, en el mundo del arte, es mucho más difícil ser auténtico, la gente se desalienta y comenta que todo está hecho. Pero yo creo lo contrario… cada vez el lenguaje individual se abre a un caudal de nuevas posibilidades, lo que sucede es que no tenemos tiempo para mirar hacia nosotros mismos y el arte siempre es la esencia del ser humano y por supuesto, implica que el ser se mire y defina frente a este nuevo mundo y a la sociedad.
-Cada día más artistas venezolanos se destacan en el exterior, ¿qué nos puede decir al respecto?
-El artista venezolano y por lo general todos los artistas, buscan el lugar donde bullen las artes plásticas. En el siglo XIX y XX, París fue la euforia… París siempre estará en el recuerdo como el gran centro. En el presente esa euforia se ha desplazado a Nueva York y a Japón, en un futuro se abrirá un camino hacia la China. Vale mencionar que el arte oriental ha comenzado a tener atisbos en occidente. Los artistas tienden a buscar esos grandes centros donde se mueve la cultura con mayor fuerza, eso no es gratuito, tiene una estrecha relación con el potencial económico de esos países y del poder para promocionar las actividades culturales que se suscitan dentro de esas fronteras.
-¿Qué le interesaba a los artistas en esa época?
-La formación intelectual. Pero hoy día, con la globalización, la información llega con gran facilidad. Cuando era un adolescente informarse costaba muchísimo, los jóvenes no teníamos acceso a prácticamente nada. Había que hacer grandes trabajos con un mínimo de información, trabajábamos de manera muy independiente y de forma aislada. Actualmente, con sólo prender la televisión y navegar a través del internet, nos podemos enterar de todo lo que está pasando en el mundo y de todas las propuestas plásticas. En horabuena.
-Por otra parte maestro, ¿qué extraña de su tierra?
-Mi tierra es toda Venezuela y me siento muy bien en ella… Barquisimeto es puro cielo y en Aguda Grande están mis raíces. La raíz no sólo es el entorno, es también la familia y el afecto hacia todas las cosas. Yo viví en Aguada Grande hasta los 9 años… Mis padres me enseñaron a querer esa región. Las raíces son siempre una fuente de búsqueda… Es como si un ímpetu estuviera presente en cada uno de los hechos, definiéndolos, caracterizándolos y llenándolos en este caso, de una gran nostalgia.
-En Lara han venido desapareciendo los salones de arte, otros se convierten en bienales por falta de recursos, ¿Qué opina al respecto?
-Ese problema no es sólo de Lara, es de toda Venezuela. Creo que vivimos un período de oscurantismo. Quizás no se aprecie directamente, pero no se ha producido una trascendencia de todo lo que se ha logrado. Estábamos a la cabeza de América Latina y de pronto, todo se destruyó. Es lastimoso el estado en que se encuentra la cultura en Venezuela. La cultura tiene que estar muy distante, si se quiere ajena a la política y sobre todo al sectarismo político. Esa es la destrucción de la cultura… hay que comprender que la cultura es el patrimonio, es la esencia de lo que somos. Si nuestra cultura se parcializa estamos destruidos y no podemos funcionar como país… lo peor es estar divido. El país necesita el potencial de cada uno de nosotros para funcionar.
-¿Qué artista venezolano admira?
-En realidad y sin ser evasivo, aquí todos los artistas venezolanos tenemos algo que decir y que aportar sobre la concepción del mundo y las ideas… Si hablamos de una suerte de cuatro puntos de las artes plásticas venezolanas partiría con Michelena y Cristóbal Rojas, de allí, saltaría a Reverón, luego pasaría a Alejandro Otero, de allí, me abriría a todo ese compás de muchachos que han hechos obras dignas y significativas.
-¿Un deseo inmediato?
-Bueno… (Risas). Cruzó los dedos desde hace rato. Ese deseo inmediato espero se cumpla el 7 de octubre. Y por otra parte, seguir pintando.
-¿Algo que nunca pintaría?
-Nunca me han importado los temas, sino cómo se abordan. Reverón pintaba un cocotero con una infinita magia… y a través de esa palmera con tres o cuatro cocos, hablaba de todas las palmeras del mundo y así nos expresó lo que significaba para él la naturaleza.
-¿Un momento inolvidable a lo largo de su carrera?
-Barquisimeto es una sociedad que reconoce a sus artistas. Un momento en particular que me conmovió fue ver mi nombre en un autobús de la ruta urbana. Ocurrió cuando presentaba una retrospectiva en el Museo de Barquisimeto hace doce años y, en medio de las actividades, debía ofrecer algunas charlas… y mucha gente del oeste de la ciudad acudió a recibirlas. Esas personas iban en un autobús que llevaba mi nombre. Fue muy emotivo.
-¿En qué trabaja actualmente, tiene algún proyecto previsto?
-Pinto continuamente, mi proyecto es continuar mi obra. Trabajo todos los días, incluso el 24 y el 31 de diciembre. Tengo un orden y una disciplina.
-¿Qué inspira a Edgar Sánchez?
-Mi musa es Yolanda, mi esposa.
-Por cierto, ¿cuántos años de matrimonio?
-Vamos para 50 años de matrimonio.
-¿Cuál ha sido el secreto para mantenerse unidos?
-La comunicación. Nos hemos dado mutuamente a esa obra.
-¿Cómo definiría a un artista plástico?
Para algunos es un niño grande. Para otros, un loco que nunca ha ido al psiquiatra. Yo creo que los artistas somos los seres más racionales, imbuidos por una sensibilidad muy especial, la que nos permite forjarnos un criterio sobre las cosas que suceden alrededor del mundo.
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