Capitalismo Lunar
Hay una frase, extraída de ese nebuloso e impreciso universo de estereotipos, imágenes y percepciones que rozan en ocasiones algún cuerpo de veracidad, que dice lo siguiente: “El venezolano tiene memoria corta”.
Si convenimos acaso, en un lance no tan negativo o auto flagelante, diríamos que si bien no es corta, si está la memoria sometida a los vaivenes del conjunto de visiones e interpretaciones en el espacio de la opinión pública y particularmente de la agenda política nacional. Y uno de los “intentos” más evidentes de “re-escribir” o en la práctica “re-inventar” el pasado reciente venezolano, para alinearlo a las coordenadas de un proyecto político-ideológico de supuesto raigambre izquierdista, pero en todo caso absolutamente intolerante, autoritario y destructivo, es el adelantado por la actual gestión.
Ese proceso de “re-escritura” de nuestra historia, autoría de la inefable pluma “revolucionaria”, se ha planteado no sólo borrar los diversos y complejos matices de nuestro devenir colectivo y republicano, sino que además lo ha vaciado de verdad, de realidad y contenido.
Este preludio es necesario para aterrizar en la grata experiencia de haber visto la más reciente obra del director Carlos Oteyza, la película documental “Tiempos de Dictadura”, sin duda la más contundente prueba audiovisual de los terribles años vividos por el país bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Con un impresionante arsenal de imágenes y grabaciones de la época, la voz de Laureano Márquez nos va narrando todo el ciclo histórico que se inicia en Venezuela luego de la muerte de Gómez, la elección de Rómulo Gallegos, el golpe de 1948, el asesinato de Delgado Chalbaud, y la manera en la cual el frío y calculador militar de origen tachirense fue moviendo sus piezas hasta hacerse del poder, un poder que deberá abandonar por la presión militar y el creciente rechazo popular, el 23 de Enero de 1958.
Uno de los aciertos del documental, es que describe de manera progresiva no sólo el devenir de los sucesos políticos de la Venezuela de 1940 y 1950, sino que también alude a las características de una sociedad que en buena parte de ese trecho temporal, sucumbió en silencio, pasivamente y luego con miedo, al creciente control de Pérez Jiménez sobre el aparato del Estado venezolano, el desconocimiento de la voluntad popular en las elecciones de 1952, el de 1957, la persecución y expulsión de dirigentes políticos de AD, COPEI, URD, el Partido Comunista, y la represión sangrienta por parte de Pedro Estrada y la Seguridad Nacional.
Claves en el film son los testimonios de quienes vivieron esa época, jugando un papel principal en la clandestina actividad política y de resistencia al régimen, poco efectiva en los primeros años de la dictadura por la división y poca o ninguna coordinación de los partidos políticos por articular primero su acción de protesta, y luego por romper el silencio y miedo que permeaba a la sociedad en aquella época, con medios censurados y autocensurados, y con una bonanza económica que se complementaba o apuntalada en el Gran Ideal Nacional, a través de los planes de construcción de obras de infraestructura de gran envergadura en todo el país.
Esa política de “concreto armado”, que indudablemente le dejó al país obras de infraestructura y edificaciones que aún hoy se mantienen en pie y que recibe no pocos halagos de venezolanos mayores, contrasta con el precio que tuvo que pagar el país: una década de represión, de silenciamiento de medios, de persecución y expulsión de disidentes, de torturas y asesinatos, y de un culto a la figura de un militar, alentado desde la complicidad y usufructo del estamento gobernante en la época, de notable acento militar.
La película es a todas luces de altísima factura técnica y cinematográfica, y llamará seguramente la atención de muchos por un guión que, en buena parte de su narración, nos traslada indefectiblemente a un presente que, con las diferencias históricas importantes y obvias, alberga quizá elementos coincidentes o de una analogía que nos empuja a una reflexión inmediata.
Felicitamos al maestro Oteyza por este documental, que de seguro contribuirá no sólo a un mejor conocimiento de una época clave de nuestra historia reciente, sino a entender que el miedo es el principal obstáculo que debe vencer una sociedad, para enfrentar la tiranía, en cualquiera de sus formas y modalidades. Tengo noticias de que al final del documental, el público en las salas de cine ha aplaudido con mucha emotividad el mensaje final. Véala, y entenderá por qué el aplauso es inevitable.
@alexeiguerra