#Opinión: Murió la Señora Josefina de Prado Por: William Amaro Gutiérrez

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REFLEXION                

Sí, bajó al sepulcro Doña Josefina de Prado. Así la llamábamos. Un título que en nada se parece a los adefesios  inventados por el hombre para nominar miembros de las cortes. Y digo que no se parece, por cuanto el nombre de Señora o de Doña, no lo da nadie. Ese título  se lo ganan las mujeres. Lo adquiere una personalidad ejemplar. Lo asume una persona de manera automática por su conducta. Por su comportamiento. Por el porte y el carácter mostrado a lo largo de sus numerosas años vividos en este mundo. No tanto por la cantidad, que fueron 93, sino por la calidad aportada a una sociedad pos-moderna que cada día se insensibiliza más. Que a pesar de tener una sólida posición económica desde niña. A pesar de ser ampliamente conocida por su apellido, su abolengo y sus bienes, volcó su corazón para ayudar.
Una Señora no es cualquier mujer. Puede ser médico, abogado, docente, arquitecto o presidente de la República. O poseer cualquier título universitario, pero no necesariamente es una Señora. O ser todo lo contario.  No poseer ningún título universitario y hasta ser una analfabeta, y ser una verdadera Señora. Una Señora tiene la cualidad, de llenar el vacío espiritual de otros. Carga sobre si, las necesidades de los demás, no para vanagloriarse o que la vean, sino porque lo siente en lo más profundo de su corazón. Tal vez enfrente a sus propios familiares por su vocación benefactora, pero avanza decidida en sus convicciones y enseña a todos con su actitud.  No le importa el qué dirán, por cuanto su norte es ayudar. Entiende en lo más profundo de su alma, que es más importante dar que recibir.
Vienen a mi memoria, vívidamente, los testimonios contados por mi madre, Josefina de Amaro,  en relación a ella.   Las  visitas que esta Señora le hacía a una madre con  trece hijos, y con alegría y desprendimiento, ayudaba en las necesidades que para entonces eran demasiadas. La llamaba “mi comadre Josefina”, porque era madrina de mi hermana Fidias.   Cuenta Waldo Amaro, que con cuatro años de edad, una vez la vio entrar en aquella humilde casa prestada donde vivían. Y aquella imagen de postura real, cargada de cajas de ropa y regalos, le impresionó tanto, que es imposible olvidarla. Un ejemplo vivo de personas que a pesar de su privilegiada posición social y económica, portan un corazón grande y dadivoso. Que solo les basta dejar entrar a Cristo en sus vidas, para que construyan un carácter como el de esta Señora, que durmió en la paz del Señor.
Dona Josefina de Prado me recuerda a Dorcas. La del Nuevo Testamento. “Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que quiere decir Dorcas, rica en buenas obras y limosnas que hacía. En esos días enfermó, y murió. Después de lavarla, la pusieron en una sala. Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al saber que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres a rogarle: «No tardes en venir hasta nosotros»…“Puesto de rodillas, oró, y vuelto al cuerpo, dijo: «Tabita, levántate». Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó”Hech.9:36-40.
¿Por qué Dios resucitó aquella Señora a través de Pedro? Sencillamente, por cuanto El Altísimo pudo valorar que su carácter, su fe y sus obras, iban de la mano en su vida y lo necesario que era para la iglesia cristiana primitiva, que iba en ascenso. La afamada escritora norteamericana Helen H. de White. Cuyos libros, sin ninguna duda, son de inspiración divina, me deja ver  en sus escritos, un maravilloso paralelismo entre Dorcas y  Doña Josefina de Prado. “Era una digna discípula de Jesús, y su vida estaba llena de actos de bondad.  Ella sabía quiénes necesitaban ropas abrigadas y quiénes simpatía, y servía generosamente a los pobres y afligidos.  Sus hábiles dedos estaban más atareados que su lengua.” Libro EL MINISTERIO DE LA BONDAD.    Hoy, podemos decir  con toda la convicción del mundo,  que la Señora Josefina de Prado, a pesar que ya no está con nosotros, vive en la memoria de una sociedad donde personas como ella están en extinción  y también vive, en el corazón agradecido de una familia muy numerosa, la nuestra.
A sus familiares y amigos, nuestras más sentidas palabras de condolencias. Que estén tranquilos. Que la palabra de Dios se cumplirá. “Porque el mismo Señor descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero.”1Tesa.4:16. Seguro, allí estará ella. !Hasta el martes, Dios mediante!. Próximo  título: ¿Somos la sal de la tierra? “Tu Palabra no muere, nunca muere,… Omnipotente, porque es la vida misma, y la vida no vive, vivifica. Miguel de Unamuno, Filósofo español.

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