LECTURA
para el amigo: Claudio Beuvrin
Antes que el todo, dos pensamientos: “en el mundo de mentiras, la verdad es una convención”; “La realidad del planeta no es el mundo de la mentira”.
Se puede notar que en los pensamientos expuestos, se hace referencia al mundo. El mundo, para nuestro criterio, está formado de palabras. La palabra todo lo alberga y es un componente del mundo. Y el mundo, conceptualmente, se le comprime en una palabra. En tal sentido, como el mundo es palabra y las palabras hacen al mundo. El mundo se opone o enfrenta a la realidad. En la mentira de nombrar la realidad, la palabra es ella y el mundo. En la medida en que nombra, la palabra es mundo, pero no realidad. Esta dicotomía: mundo realidad, en el nombrar de las convenciones, es una verdad; pero en el mundo de las mentiras estructura el mundo de la verdad. Y en ellas como en la verdad nos establecemos como convención.
El pensamiento, nombre con el cual denominamos contenido y sentido, no es la palabra de la cual nos valemos para nombrarlo; para incorporarlo al mundo. A esa otra “realidad” que se opone a la realidad real. Su contenido es trascendente en el estado presente del ser. De tal modo que el pensamiento escapa a la mentira de nombrar, al mundo de las palabras que forman el mundo. El pensamiento como contenido es diametralmente opuesto a la dimensión de la palabra como signo. La palabra como signo es un compuesto donde participa el fenómeno psíquico de la imagen acústica con la concepción abstracta del concepto. Ellos dan a la palabra su forma y el sonido el órgano fónico, de ellos el estado natural de la palabra. Pero no obstante la forma fónica de la palabra, existe otro modo convencional de darle representación igualmente convencional a la forma fónica mediante la forma gráfica de la escritura. Si la verdad como palabra es una convención, entonces las palabras son verdades convencionales.Ellas en su totalidad indudablemente obedecen a la convencionalidad.De tal manera que, todo lo que nombra, en la convención de nombrar, a la realidad es también, por lo tanto, convención. De lo expuesto se obtiene que separadamentehaya un mundo, el mundo de la realidad de las palabras, y una realidad real, pero inaprehensible. Existe, pues, un mundo aprehensible en las palabras en la medida en que fónicamente se les nombra y ese nombrar está constituido de sonidos, por una parte, y de los grafemas de las formas aceptadas como representación delos sonidos.
Entonces, las palabras nombran la realidad, pero en la tarea de nombrarla mienten porque sólo la aprehenden por convención. El efecto sonoro y gráfico se aprehende en formas nombradas como si fuesen ellasla realidad. El espíritu del mundo, así minúscula, con el todo de las palabras forma un abigarrado bloque. Se menciona otro espíritu, ¿posiblemente de otro mundo?, que por reglas gramaticales se le debe escribircon mayúsculas porque así también se grafica en primera de Corintios, leamos: “y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”. De modo que mundo y realidad en la concepción humana es todo lo que nombramos más acá de la concepción espiritual. Sin lugar a dudas, todo lo que se encuentra más allá de lo humano y de su regular nombrar, respetuosamente se le imprime énfasis.